Sindéresis

La cabeza de Ernesto

Reflexiona, crece. Solo remontaremos si demostramos a nuestra gente que somos útiles. Y si no eres útil, entonces sí, por favor, vete.    

Publicado: 27/05/2019 ·
18:09
· Actualizado: 27/05/2019 · 18:09
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Autor

Juan González Mesa

Juan González Mesa se define como escritor profesional, columnista aficionado, guionista mercenario

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Lo fácil, cómodo e inercial sería pedir la cabeza de Ernesto por haber cosechado los resultados más bajos del entorno de La Bahía y haber provocado la escisión de Solo San Fernando y la ruptura de la confluencia con Izquierda Unida. Seamos honrados: Ernesto Díaz es un chaval al que se le ha dado un autobús de pasajeros mientras se estaba sacando el permiso de motos. De eso somos responsables todos los inscritos en Podemos San Fernando y la dirección andaluza. Yo, por mi parte, he cometido muchos errores y en mi humilde opinión he contribuido a este resultado.

Todos hemos contribuido a este resultado, pero yo puedo hablar por mí, y es a lo que obliga la responsabilidad, antes de pedir responsabilidades políticas a nadie. En cierto momento, cuando la dirección andaluza decidió desvincularse de la marca Podemos y crear el sujeto político Adelante Andalucía, yo dimití de mi cargo como enlace con la organización, porque me negaba a ser parte de un engranaje que no reconocía y al que no me había apuntado. Cuando llegaron las elecciones internas para la secretaría general de Podemos en San Fernando, decidí no presentar batalla porque la experiencia me decía que por más trampas que hiciera el otro bando jamás pasaría por caja para pagar la factura, y en cierto modo, San Fernando se quedó huérfana de opciones, y yo salí del lance con mi piel inmaculada.

 Pedir tan fácilmente la cabeza de un representante público es negar la misma esencia horizontal que yo defiendo en Podemos, como si sustituir a uno por otro fuese determinante. ¿Qué haría yo en la secretaría general, heredando el desapego de los círculos y de las bases? Seguro que no mostraría el mismo talante o estrategia, y os doy permiso para que me cortéis las manos si me pilláis haciendo trampas, pero, ¿acaso lo que necesita la sociedad es poner a Juan y quitar a Ernesto? Éramos algo más que maniqueístas manipuladores cuando comenzamos esta contienda. Éramos bastante mejores que hooligans, que una componenda de clanes. Siento puta vergüenza cuando leo a Monedero decir que Errejón ha escuchado a las cloacas del Estado y es responsable de la debacle del partido, la misma vergüenza que sentí cuando decían en Vistalegre II que era el candidato de Cebrián. Y lo que no se habrá dicho de mí, aunque pocas veces a la cara. Que yo recuerde, una.

Pedir la cabeza de Ernesto Díaz dos días después de las municipales sería una venganza cobarde por circunstancias internas que no explican por completo el resultado. Del mismo modo que yo me censuro y doy esta llamada de atención para que analicemos, reflexionemos y decidamos, lo que sí pido a Ernesto es al menos la mitad de lo mismo y, en lugar de echar la culpa a Izquierda Unida del fracaso en la confluencia, se pueda al menos entresacar de sus declaraciones un propósito de enmienda. No sería la primera vez que tienes que rectificar desde una postura muy extrema, Ernesto. Ya tuviste que envainártela con los militares, de no querer acercarte a ellos, a ofrecerles puestos en la administración después de los 45 años.

Rectifica y somete a consulta la política de pactos, no dejes en manos de Romero, de nuevo, las concejalías más jugosas para el chanchullo; hay ratas donde juegan los niños. Reflexiona, crece. Solo remontaremos si demostramos a nuestra gente que somos útiles. Y si no eres útil, entonces sí, por favor, vete.    

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