Sindéresis

Uno de los nuestros

Sé que esto no va a suceder en la prensa ni en los discursos, pero podría comenzar a suceder en nuestras mentes.

Publicado: 06/05/2018 ·
23:39
· Actualizado: 06/05/2018 · 23:39
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Autor

Juan González Mesa

Juan González Mesa se define como escritor profesional, columnista aficionado, guionista mercenario

Sindéresis

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Queremos bandos; joder si queremos bandos. De modo consciente o inconsciente, que nos metan en un bando o nos saquen de él es algo que nos rasca la espalda. Los medios lo saben, los creadores de opinión lo saben, los estadistas lo saben y, sobre todo y antes que todo, los sinvergüenzas lo saben y lo dominan. 

Lo aprendemos desde pequeños en la mayoría de las culturas, no como parte de un plan despiadado de control de la humanidad, sino porque categorizar las cosas es una herramienta del pensamiento. Hasta ahí bien. Pero clasificar a las personas es un tema distinto y tiene unas consecuencias muy concretas; la mayoría malas. ¿Piensas que no? Hagamos lo contrario. Imaginad que hacemos todo lo contrario durante un solo día en nuestra prensa. Una humanidad sin categorías. 

Por ejemplo, imaginad este titular: «Uno de los nuestros ha agredido esta mañana a uno de los nuestros tras un partido entre dos de nuestros equipos de fútbol». Imaginad cómo seguiría la noticia: «Aunque no teníamos conocimiento de que algunos de nosotros habíamos planeado encontrarnos después del partido para enfrentarnos, nuestros agentes de policía llegaron al lugar del incidente antes de que este fuera a mayores. En estos momentos tenemos a dos de nuestros aficionados violentos puestos a disposición judicial y uno de ellos fue atendido por un traumatismo en la barbilla. Hemos decidido, a través de las directivas de ambos clubes de fútbol, investigar los motivos por los que algunos de nosotros hemos hecho frecuentes este tipo de incidentes violentos en los últimos años».

Parece que la ausencia de bandos en esta propuesta de redacción nos crea un pequeño conflicto ético, ¿verdad? De algún modo, nos hace responsables solidarios de todo lo que sucede en nuestra sociedad, nos hace partícipes, pero también, y esto puede ser interesante, nos hace capaces de intervenir, al ser asunto nuestro.

«Una de nuestras estudiantes universitarias fue agredida sexualmente en la noche de ayer por uno de nuestros vecinos». 

Una de nosotros. Uno de nosotros. 

Impresionante, ¿verdad? Terrible, pero no por ello menos cierto, por todo lo que implica y porque, creo que coincidiréis conmigo, podría expresarse de este modo. A veces uno se siente tentado a pensar que, de hecho, es el modo en que debería expresarse, al menos si queremos seguir considerando que vivimos en un estado social y de derecho, y que pagamos impuestos y cedemos una gran parte de nuestra libertad, y votamos, porque esta sociedad es de todos, para lo bueno y para lo malo.

«Este verano nos hemos matado un poco menos entre nosotros en la operación salida. Hemos bebido menos antes de conducir, hemos puesto operativos de control de tráfico más eficientes, pero algunos de nosotros, aun así, hemos pisado demasiado el acelerador, hemos matado y hemos muerto y hemos dejado heridos de modo irremisible». 

«Uno de nosotros ha usado su posición de líder político para insinuar que algunos de los que hemos llegado a este país provenientes de otro país somos un problema de seguridad ciudadana». «Nos hemos bombardeado a nosotros mismos en Faluya». «Debemos evitarlo. Entre todos».

Sé que esto no va a suceder en la prensa ni en los discursos, pero podría comenzar a suceder en nuestras mentes. Sé que algunos de los que leéis esto sois cristianos y, que me cuelguen si me equivoco, de esto iba su credo y su único mandamiento.

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