Va a ser una experiencia muy novedosa. Hasta ahora la opinión pública ha asistido al “espectáculo” más o menos atractivo de las primarias en el Partido Socialista o de Podemos. Han tenido un seguimiento muy importante de los medios de comunicación y también su correspondiente ambiente morboso por las relaciones entre los candidatos presentados, por los apoyos recibidos de los distintos dirigentes, por la afinidad de los diferentes federaciones hacia alguno de ellos, por la oportunidad que se le da a los afiliados de definirse, por los que no llegan al corte de los avales y finalmente por la posibilidad de escoger entre candidatos presentados.
Todo esto que hemos visto en la el PSOE con Eduardo Madina, Susana Díaz, Patxi López, Pérez Tapias o Pedro Sáchez en primarias nacionales y en Podemos con las aspiraciones de Íñigo Errejón y Pablo Iglesias, con votaciones reñidas en todos los casos. En Ciudadanos, Albert Rivera, hasta ahora, no ha conocido competidores que merezcan tal nombre porque sus rivales no superaron el 6% de los votos.
Ahora el Partido Popular se une a la fiesta. Tiene hasta ahora seis candidatos en la parrilla de salida pero realmente sólo dos de ellos –de ellas- van a tener la oportunidad real de ganar. Tras la retirada llorosa del presidente gallego Alberto Núñez Feijóo, que era el más comentado heredero natural de Rajoy se abre un panorama diferente. La confrontación en el interior del partido le ha hecho retirarse. Feijóo no acude a esta cita democrática de las primarias justamente porque hay competición y no se trata de un paseo militar con ramas de laurel en los laterales del recorrido triunfal.
Soraya Sáenz de Santamaría, María Dolores de Cospedal, Pablo Casado, José Manuel García-Margallo y José Luis Bayo –los que han dado el paso hasta ahora- competirán por la presidencia del PP en unas primarias abiertas. El duelo finalmente, no hay que estar muy avisado para saberlo, se va a centrar entre Cospedal y Soraya. Las encuestas –con la credibilidad en cuestión- dicen que los afiliados al PP prefieren a Cospedal y que, por mayoría, los españoles optan por Soraya. Los que votan no son los españoles sino los afiliados del PP y van a votar en función de sus afinidades ideológicas pero también por el olfato de quién entiendan que los acerca antes a la Moncloa, ahora apartada bruscamente de su partido.
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