El Loco de la salina

El asunto se está poniendo feo

Bueno, y ¿por qué no se pone un día para los locos? ¿Y para los hombres de pelo en pecho?

Publicado: 08/07/2018 ·
23:31
· Actualizado: 09/07/2018 · 02:41
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Autor

Paco Melero

Licenciado en Filología Hispánica y con un punto de locura por la Lengua Latina y su evolución hasta nuestros días.

El Loco de la salina

Tengo una pregunta que a veces me tortura: estoy loco yo o los locos son los demás. Albert Einstein

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Este miércoles comienza la Feria de La Isla, la Feria del Carmen y de la sal. ¿Mande? ¿Ya ha pasado un año? No puede ser. Pero si me parece que acabo de bajar a mi nieta del cochecito rojo de bomberos. A mí se me van de la cabeza muchos detalles, pero me acuerdo perfectamente de que era un cochecito rojo de bomberos y sobre todo de que tuve que soltar tres euros por un minuto escaso. A partir de entonces comprendí aquello de que el tiempo es oro y la cartera barro. 

O sea, que este miércoles comienza la movida. Y yo con estos pelos. Este año, a la vista de que la cosa de la Feria funciona igual de bien que el cerebro de cualquiera de los locos aquí encerrados, se ha puesto la cosa calentita con las discusiones sobre la fecha más idónea. El asunto se está poniendo feo y no me extrañaría que la Feria de La Isla se convirtiera en una Feria a la carta, la única en España. Cada grupo la celebraría en fechas distintas, con lo que es probable que tengamos Feria todo el año completo y parte del que viene. Los locos pensamos que el problema de la Feria no es la fecha, sino que la gente va allí duchada, comida, meada y defecada.

Con otras palabras, nadie se quiere gastar un euro, entre otras cosas porque no lo tiene. Y parece que quieren cambiar la Feria de fecha por la calor. La verdad es que ninguno de los locos podemos comprender que la Virgen del Carmen, que siempre ha mirado esta tierra con ojos misericordiosos, se haya empeñado desde hace muchos años en celebrar su santo en pleno mes de julio. Por eso algunos están proponiendo dejar la Feria para septiembre como si fuera una mala estudiante. Hay quienes la quieren mantener en las fechas que tiene ahora, aunque el sol les derrita los sesos y el caldito les baje resbalando hasta los tobillos. Este grupo masoquista está bastante quemado (nunca mejor dicho), pero sigue en sus trece y considera que, aunque no esté el horno para bollos, al menos tenemos horno asegurado. 

Hay otro problema: el sitio. ¿Nadie piensa en los vecinos de la zona, que andan todavía arrastrando el sueño del año pasado por estas fechas? Por que la gente que vive allí junto a la Feria se tiene que levantar por la mañana para trabajar con los ojos como faroles. Ayer di una vuelta por la Magdalena y no se lo van a creer, pero la pobre estaba en un rincón llorando a lágrima viva y no tenía consuelo. Me confesó, rodeada de Pitufos, que, como cualquier magdalena, ella también se deshace en la boca en cuanto le entra el calor de la capilla ardiente en que se convierte aquel solar y que por tanto ni ella soporta el sol justiciero que la sofoca. Los Pitufos, con las ojitos hinchados del poco dormir, le daban golpecitos en el hombro como animándola a que se fuera de allí. 

Por otra parte se ha hecho ya costumbre señalar un día para las mujeres, otro para los niños… Bueno, y ¿por qué no se pone un día para los locos? ¿Y para los hombres de pelo en pecho? ¿Y para los del orgullo? En cualquier caso, a los locos nos tienen prohibido subirnos a la noria, porque el año pasado se tiraron cuatro desde arriba y no pudieron volar como ellos querían. Lo que no sé es cómo nos va a controlar la policía de La Isla con dos coches menos que tiene ahora.  

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