El jardín de Bomarzo

Año político

La política se mide en ciclos de cuatro años, que es el tiempo que normalmente duran los mandatos. Y digo normalmente porque en algunos casos los comicios son adelantados sobre su fecha natural y, añado, jamás he oído a un político reconocer de antemano su intención de hacerlo

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La política se mide en ciclos de cuatro años, que es el tiempo que normalmente duran los mandatos. Y digo normalmente porque en algunos casos, por conveniencia partidista, por relevos voluntarios o forzados, por situaciones judiciales límites o por presiones de diferente índole, los comicios son adelantados sobre su fecha natural y, añado, jamás he oído a un político reconocer de antemano su intención de hacerlo, más bien todo lo contrario. De estos cuatro años, los dos primeros son los de las reformas amargas, en ellos se adoptan las medidas impopulares, se suben los impuestos con la promesa de bajarlos en cuanto la situación lo permita, se presentan expedientes de regulación de empleo, se congelan sueldos públicos, se aniquilan pagas extraordinarias, se, en definitiva, aprietan las tuercas porque, se opina, queda mucho para la nueva visita a urnas y la memoria ciudadana referente a agravios suele ser bastante pez. Pero llega el tercer año, para mí el más político de todos porque aún se pueden moldear intenciones de voto, y ahí la cosa empieza a cambiar, de hecho de pronto los mensajes se convierten en positivos, la recuperación está al borde de la esquina porque, dicen, “se ha hecho la tarea en tiempo y forma”, sobre el horizonte se vislumbran nuevos proyectos e incluso, que no es el caso actual, se inauguran cosas, se asfaltan calles, abren rotondas nuevas, las ferias y la navidad lucen mejor alumbrado, más bichos en la cabalgata de Reyes, no se venden empresas públicas para, de este modo, llegar al último año con una relativa paz social, todo ello claro está para quien está en el Gobierno. El otro, por norma, lo critica todo. Así pasa siempre. Pasado el ecuador, cuatro son los comicios a celebrar en los próximos dos años.

Elecciones europeas. A celebrar en mayo de este 2014 que acabamos de, con espumoso nacional al menos yo, inaugurar, se presentan, a mi modo de ver, marcadas por una contradicción y un hecho común. La abstención será enorme porque el ciudadano no sabe muy bien aún qué es eso de votar por Europa y, además, está como muy harto de todo lo político pero sin el cómo y la contradicción es, para mí, que justo esto pasa cuando las crisis nos está demostrando lo importante que es Europa porque es quien realmente decide sobre nosotros. La tarea de movilizar me parece realmente imposible. Y el hecho común es que todos los partidos acuden a estas elecciones para medir músculo electoral de cara a los siguientes comicios que, políticamente, les importan bastante más.

Municipales. A celebrar en mayo de 2015, lo que viene a ser dentro de poco más de un año -¡Solo queda uno!-. Esto significa que de aquí a primavera o como mucho verano se cerrarán candidaturas para que a los cabezas de cartel les de tiempo a salir al ruedo a que les vean. Los candidatos confirmados se alejarán de toda trifulca pública y, salvo quien vaya de sobrado y no veo que sea tiempo de eso para casi nadie, se trabajarán, sondeos múltiples de intención de voto bajo el brazo que florecerán como setas, la calle en busca del voto perdido. Las municipales son el primer envite serio, el PP manda hoy en las grandes capitales y suyas son cinco de las ocho diputaciones andaluzas y tiene la intención de conservarlas, la misma que tiene el PSOE de recuperarlas, la misma que tiene IU de, por primera vez, saborearlas. El PP se maneja bien en el ámbito municipal, el PSOE en el rural e IU se enfrenta a sus elecciones más ilusionantes, sin olvidar otras fuerzas que crecerán como el PA y que en muchos casos será clave para garantizar gobernabilidades, en municipios o diputaciones, o UPyD, que seguirá creciendo amasando el voto del descontento.

Generales. A celebrar en noviembre de 2015, no habrá adelanto. Rajoy necesita todo el tiempo del mundo para que la esperada recuperación se note y estos casi dos años que tiene por delante son, en este sentido, vitales, no les restará ni un minuto. Enfrente, el PSOE afronta unas primarias este año en otro conflicto orgánico interno que para este partido sirve de retroalimentación; necesitan, o lo parece, agitarse en congresos y disputas que les haga sentir vivos. Es evidente que Rubalcaba no se quiere ir, tanto como que la mayoría, incluso él, saben que no puede volver a ser candidato.

Autonómicas. A celebrar, en principio, en marzo de 2016. Las otras tres no se moverán de fecha, pero no estoy tan seguro de que esto suceda con las andaluzas. ¿Por qué? Susana Díaz, presidenta de la Junta y a quien hay que reconocer lo rápido que avanza en el cargo y lo acertado de su alegato hablando ya solo de gestión y economía e, incluso, inteligentemente, reconociendo méritos de alcaldes del PP como el de Málaga o Granada en discursos públicos porque eso la hace situarse en un plano distinto y desconcierta a todos, maneja datos todos los meses, todos, y sabe que hoy está en la cresta de la ola, vislumbra que IU crecerá en las próximas municipales e intuye que consensuar presupuestos con ellos para 2015 será complicado porque, entre otras cosas, IU tiene la nada censurable intención de seguir mordiéndola por la izquierda. A Susana, profunda conocedora del mundo orgánico porque de él viene, no le viene bien juntar sus elecciones ni con municipales, ni con generales –alejarse quiere todo lo que pueda de Rubalcaba- y en algún momento debe apartarse de IU. Por lo tanto, o aguanta hasta el final cuando el ciudadano haya votado tres veces y, a mi modo de ver, se lo juega a cara o cruz o se busca una escusa como la ingobernabilidad presupuestaria con su socio para adelantarse a todos y ponerlas, no encuentro otro hueco, en el segundo semestre de este año, después de las europeas y cogiendo además al PP a contrapié y sin candidato. Claro que hacer esto es adelantarlas año y medio y eso es mucho, pero puede encontrar argumentos, además de legitimizar su mandato, y aprovechar la buena estrella con la que políticamente ha nacido y, limpia, enfrentarse a urnas sin verse afectada por otros procesos electorales y en pleno auge del susanismo, que además se fortalecería mucho en la esfera nacional de lograr un buen resultado aquí. Aún siendo arriesgado, yo en su caso lo meditaría y el hecho de que todos los días afirme lo contrario no me dice nada porque Griñán y todos ellos se pasaron meses diciendo que jamás harían lo que justamente acabaron haciendo –la hemeroteca no miente-. De hecho, en el desayuno del pasado miércoles en la Fundación Cajasol le preguntaron por un previsible adelanto electoral y ella puso la decisión en manos de su secretario de organización, Juan Cornejo, y las del vicepresidente de la Junta, Diego Valderas, cuando hasta los roedores que transitan los bajos fondos de San Telmo saben que esa, de ser, será decisión únicamente de ella y Díaz, cuando quiere escurrirse, habitúa a otorgar galones de mando a alguien cercano, normalmente consejero, cuando hasta los roedores de San Telmo saben…

Arranco, y termino, el año con este calendario sobre los procesos electorales próximos pasados el ecuador de los mandatos y que a muchos ya les tiene nerviosos en este enero de un año político muy importante dentro del calendario de cuatro. Toca ponerse a ello, toca planificar estrategias, candidaturas, sondeos, sortear conflictos, atacar al de enfrente, defenderse de los compañeros de partido que, téngalo en cuanto porque así es, son peores que los de enfrente. Y toca contarlo. O al menos intentarlo.

 

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