Este periódico era testigo de cómo el alcalde de San Fernando, José Loaiza, coordinaba personalmente la vuelta de una tradición que él, por ser vecino del Marqués de Varela, debe tener muy presente en su memoria de niño. Se trataba de que el helicóptero de la Policía pudiera aterrizar en el helipuerto de la población de San Carlos, desde donde volaría con los Reyes Magos hasta el estadio Bahía Sur.
Y así fue como se recuperó la tradición que ha hecho de esta Cabalgata de la Ilusión un acontecimiento especial, aunque en realidad lo es para cada niño que mira las carrozas y que sueña con los regalos que le habrán dejado este domingo esos misteriores personajes llegados del cielo.
Desde Reyes Católicos hasta el final del recorrido funcionó el dispositivo especial puesto en marcha por el Ayuntamiento para cada edición, con el fin de salvaguardar la seguridad de todos, especialmente los pequeños que prácticamente se tiran a las ruedad de los vehículos para coger los caramelos. Y algunos mayores, también.
La adoración en el Belén de la plaza del Rey, en el atrio del Ayuntamiento, fue el punto y final a una Cabalgata en la que los Reyes pidieron a los niños un poquito más de paciencia hasta el amanecer, mientras que quedaban abiertas las puertas de muchas tiendas de la ciudad para aquellos rezagados que todavía necesitaran una “ayuda” de los comerciantes para compensar lo que los Reyes no pudieron dejar.
Los fuegos artificiales, por segundo año, pusieron el broche de oro a una cabalgata sin incidentes y que cumplió el horario establecido a rajatabla. Salió a las cinco de la tarde de Reyes Católicos y llegó a las ocho y media a la plaza del Rey.
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