Quien a buen árbol se arrima...

Brotes de primavera

El próximo viernes hace su entrada la primavera, la estación del renacimiento, del inicio de un nuevo ciclo, de una nueva oportunidad para la vida. Sin embargo,

Publicado: 17/03/2020 ·
22:56
· Actualizado: 17/03/2020 · 22:56
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Autor

Manuel Ruiz

Manuel Ruiz es biólogo y ocupa el cargo de presidente de la Asociación Ecologista GEA de Jaén

Quien a buen árbol se arrima...

Cuaderno sobre la importancia de ser responsables medioambientalmente y otras cuestiones culturales y patrimoniales de Jaén

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El próximo viernes hace su entrada la primavera, la estación del renacimiento, del inicio de un nuevo ciclo, de una nueva oportunidad para la vida. Sin embargo, este comienzo astronómico no va acompañado de la realidad, porque en el campo la primavera empezó hace semanas, tras un invierno que se ha visto despojado de buena parte de su rigor característico. Hay un desajuste que trastoca los tiempos y las oportunidades. 

Hay inquietud por los brotes de primavera que ya han llegado, porque se han adelantado demasiado tornando más frágil su recorrido hasta que se vean convertidos en flores y frutos, como temen muchos olivareros que comprueban el adelanto fenológico unido a las malas perspectivas meteorológicas.

Hay inquietud por los brotes que están por llegar, por si lo hacen con escaso vigor, como tememos muchos ciudadanos de Jaén ante la poda salvaje que una descontrolada FCC ha llevado a cabo en buena parte de los árboles de la ciudad. Tal ha sido el empecinamiento y encono mostrado por los operarios y sus jefes al mando, que luzco con orgullo en mi medallero íntimo el haber logrado evitar la mutilación de floridos ciruelos japoneses en un par de calles.

Hay inquietud porque los brotes económicos que se relanzan en Semana Santa, y a partir de esta conectando con un bullicio de fiestas y ferias, esos brotes, se han perdido por los hielos tardíos de la pandemia del Covid-19, el coronavirus que ha introducido lo inesperado, lo impensable, y por lo tanto, lo temido, en nuestra vida cotidiana, que perdió su cotidianeidad para volverse insólita. Coronavirus que ha cercenado la programación prevista de una sociedad normal.

Pero ahí llega, la Primavera, cuajada de brotes, de oportunidades y de esperanzas. Y aunque en el ambiente flota la inquietud, el desconcierto y a veces, el pánico, la posibilidad de renacer que se asocia a la estación de las flores está ahí, como el Sol luce detrás de los más oscuros nubarrones.

El eterno símbolo de la Primavera radica en la posibilidad permanente de transformar la crisis en oportunidad. Botticelli representa en su “Primavera” la conjugación del amor y la capacidad del entendimiento interno, Venus y Mercurio, y fiel a su formación neo platónica, muestra al observador de su cuadro, el secreto para reconocer y disfrutar los brotes de la Primavera: amar, y en ello, buscar y alcanzar la esencia de las cosas y de uno mismo. Amor, belleza y razón unen los pares de opuestos, que representan el gran problema, la dualidad no resuelta, salud y enfermedad, riqueza y pobreza, bien y mal. Marsilio Ficcino dice “El amor es un círculo bueno que gira eternamente de bien a bien” y este movimiento se inicia con la Belleza del eterno brote de la Primavera.

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