Plaza del Pósito

A la huelga del 8M

Los varones que ya comenzamos a ser tercera generación, fuimos educados como nuestro predecesores, para ser Jefes de familia, a no tener miedo, ser fuertes...

Publicado: 05/03/2019 ·
00:07
· Actualizado: 05/03/2019 · 00:07
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Autor

Santiago Donaire

Santiago Donaire es un histórico militante socialista de la provincia de Jaén comprometido con su tierra

Plaza del Pósito

La actualidad política y social narrada en este espacio desde la experiencia de un librepensador

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 Los varones que ya comenzamos a ser tercera generación, fuimos educados como nuestro predecesores, para ser Jefes de familia, a no tener miedo, ser fuertes, proveedores, a no mostrar nuestros sentimientos y menos llorar que era cosas de niñas, ser heterosexuales y muy machos, desear a las mujeres, activos, protectores, paternales. Una educación que consolidaba lo que hoy conocemos como Patriarcado

Plácidamente sentados, veíamos como ponían y quitaban la mesa, hacían camas, limpiaban cocina, ni por enfermedad se les daba la baja. Las chicas abandonan antes los estudios e iban en menor proporción a la universidad, se les impedía salir de casa con la libertad que tenían los hombres. Nuestras madres no podían abrir cuenta bancaria, negocio o poseer pasaporte sin el permiso del marido. No había mujeres taxistas, militares, ni policías, apenas había juezas, arquitectas o catedráticas, y la política no era cosa para ellas, bueno en aquella época ni para ellos. En los Consejos de Administración de las empresas ni estaban, ni se les esperaba.

El despertar de los sesenta en el mundo occidental y más los setenta en España, abrió los ojos ante las injusticias, las diferencias sociales, la falta de libertades, las diferencias étnicas y también de la carencia de igualdad entre hombres y mujeres.

Muchas y muchos abrazamos la democracia, la igualdad  y el feminismo como el motor del cambio que precisábamos para afrontar el futuro. No era fácil, el poder, la iglesia y la educación eran los principales escollos, aquello era un anacronismo con el que había que acabar. Las resistencias al cambio es la historia de los últimos cincuenta años, no se debieron cerrar bien pues hoy mismo la derecha, la de siempre, la que se resiste a los cambios, a la modernidad, vuelve a mirar para atrás, quieren  limitar el aborto y pretenden equiparar el machismo violento y dominante, con el feminismo que reivindica la igualdad de derechos entre hombres y mujeres.

 Una derecha amparándose en frases y principios engañosos como el “Feminismo liberal” defiende la prostitución, como salida profesional, un oficio para las pobres. O la pretendida aberración del alquiler de los úteros, el cuerpo y los sentimientos de las desfavorecidas que suministrarían hijos a las más pudientes. Eso hace tiempo que tiene nombre y es violencia de clase, es el dominio de las clases dominantes sobre las clases más humildes.

Salir de aquellos orígenes y llegar hasta aquí, nos permite ver lo grandes avances conseguidos, así como lo frágil de lo logrado hasta ahora y lo mucho que queda por hacer. Por ello hoy más que nunca, es necesaria la Huelga del 8M, huelga en el trabajo, en los cuidados, en el consumo y en el hogar. Los hombres también la haremos en la medida que podamos dar cobertura para que ellas puedan parar. Pues la Igualdad vino para quedarse. Ni un paso atrás.

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