Nadie debe tomar las riendas por nosotros. Ni conducirnos quizás hacia donde no queremos ir. No. No puede ser así. Somos humanos por naturaleza, con un cerebro que tiene la capacidad de emocionarse, la capacidad de sentir, de moverse, de aprender cada día más y más cosas para dejarlas almacenadas en su memoria o archivadas en el recuerdo. No sé a qué tememos. Quizás sea a alguien. Quizás tengamos miedo a defraudar no siendo quien verdaderamente decimos ser. Pero todo se basa en ser uno mismo. En sentir. En emocionarse. En vibrar por dentro y hacerlo saber al resto, pero sin que esto pueda llegar a tener consecuencias negativas. No tenemos que apagar la llama que nos mantiene vivos a cada uno. No tenemos que salpicar a quien no quiera ahogarse con nosotros. Es cuestión de tiempo. Cuestión de aprender que las emociones están para experimentarlas, que no hay emociones positivas ni negativas, que eres tú quien le da sentido a cada una de ellas. Pero no las amarres, da rienda suelta a todo eso que está dentro de ti, no es malo. Que nadie te diga lo contrario, que nadie te haga sentir inútil, pero sobre todo, que nadie te impida salir de tu zona de confort. Estamos demasiado acomodados, en la rutina, en nuestro día a día y eso, a fin de cuentas, es lo que nos hace sentir cada vez más y más apagados.
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