Notas de un lector

Memoria de César M. Arconada

César M. Arconada (Palencia 1898- Moscú 1964) fue un autor polifacético que ejerciera en su día como ensayista, poeta, periodista y dramaturgo

Uno de los principales problemas que tuvo la vanguardia en España nació de la carencia de ediciones o antologías de sus autores más representativos. Si excluimos a los más destacados escritores que en alguna de sus etapas coquetearon con estas tendencias -Gerardo Diego, Aleixandre, Lorca, Alberti- el resto ha pasado, en demasiadas ocasiones, inmerecidamente desapercibido. Y nombres no faltan: Rafael Cansinos-Assens, Adriano del Valle, Francisco Vighi, Lucía Sánchez Saornil, Antonio Espina, César A. Comet…, pergeñaron una obra notoria que pretendía en gran medida la superación de los arquetipos literarios de aquel primer tercio del siglo XX.

Y uno de esos olvidados es César M. Arconada (Palencia 1898- Moscú 1964), autor polifacético que ejerciera en su día como ensayista, poeta, periodista y dramaturgo. Antes del inicio de la Guerra Civil, dio a la luz su primer poemario, “Urbe” (1928), la novela “Turbina” (1930) y una biografía sobre Greta Garbo. Su condición de comunista, lo llevó al final del conflicto bélico a un campo de prisioneros de Francia, de donde lo rescataron in extremis Nancy Cunard, Pablo Neruda y TristanTzara. Fijó su exilio en Rusia, donde realizó una importante labor cultural. Allí vivió hasta su muerte.

 Ahora, gracias al esfuerzo de la Fundación Banco Santander, que da a la luz en su colección Obra Fundamental sus “Andanzas por la nueva China”, la figura de César Arconada resurge con merecido esplendor. Gracias, también, a la tenaz labor de Gonzalo Santonja, responsable de la edición, el lector tiene ante sí una singular y sobresaliente crónica del gigante asiático a mediados del pasado siglo.

El propio editor -quien recibiese de María Cánovas, viuda del escritor, una copia escrita a máquina del volumen-, reconoce que este libro nació de una extrañeza y de una contradicción. En 1957, Arconada es invitado a documentar y escribir una crónica sobre la nueva China de Mao Zedong. Durante dos meses, recorrió miles de kilómetros y tuvo ocasión de empaparse de aquellas costumbres y tradiciones. Pero su mirada era la de un creador, la de un literato que con ojos curiosos se conmovía con los paisajes, las gentes y las creencias de aquel país. Los avances tecnológicos, la revolución económica y social, la ideología política…, no le llamaban tanto la atención como los colores, las sensaciones y los sentimientos que iban adueñándose de su alma en su sorpresiva singladura: “¡Revelación! Esa es la palabra que fluye en cada viajero”.

Una visión humana, en suma, que tal y como recalcaba Francisco Javier Expósito -responsable de la colección Obra Fundamental-, permite considerar estas andanzas como “un libro moderno”, en donde caben múltiples lecturas gracias a la óptica tan diverso de nuestro cronista.

El resultado no fue el óptimo para las autoridades chinas -que esperaban un relato de corte propagandístico-, pues en ningún momento mostraron interés en su publicación y respondieron al escritor palentino con un doliente silencio. Tampoco encontró espacio propicio en Rusia, ni en Latinoamérica, y aún menos en España; de ahí, que haya permanecido hasta la fecha, en un inmerecido olvido.

Pero quedémonos, al cabo, con el buen sabor de su reciente edición y con la recuperación de un escritor de amplio recorrido, autodidacta y renovador de las letras españolas del pasado siglo.

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