Notas de un lector

Sonetos para el siglo XXI

Vitruvio ofrece un florilegio de “poetas contemporáneos que han sabido dedicarle al soneto un lugar importante en su obra"

En el año 2008, vio la luz “Cincuenta sonetos esenciales” (Vitruvio), antología que daba cuenta de una selecta muestra de sonetistas, la cual se iniciaba con Garcilaso de la Vega y se cerraba con Claudio Rodríguez.

Ahora, bajo el título de “Sonetos para el siglo XXI”, se ofrece en el mismo sello un florilegio de “poetas contemporáneos que han sabido dedicarle al soneto un lugar importante en su obra y mantener llena de luz una de las mejores tradiciones de la poesía española y universal”.

A día de hoy, el soneto mantiene su vigenciay son muchos y relevantes los poetas españoles que continúan alentando su llama.

En este volumen, se reúne a quince escritores: Antonio Gamoneda,Carlos Murciano,Pedro Cordero Alvarado, Antonio Hernández, Justo Jorge Padrón, Modesto González Lucas, Santiago Castelo, Luis Alberto de Cuenca, José María Muñoz Quirós, Luis García Montero, Carmina Casala, Francisco Moral, Carlos Aganzo, Idoia Arbillaga y Antonio Daganzo.

Una nómina, al cabo, dadora de una variedad temática y versal que alumbra maneras muy distintas de afrontar estos catorce sugestivos versos.

De Antonio Gamoneda (1931) a Antonio Daganzo (1976) hay, pues, más de cuatro décadas reveladoras de la devoción que sigue despertando la citada estrofa. Sin embargo, no hay que olvidar que son también muy diversos los detractores que encuentran esta forma arcaica, desfasada, carcelariao prescindible…

Al cabo, sería baladí entrar en consideraciones o postulados a favor o en contra del soneto, pero de lo que, no cabe duda, es que como bien afirma en su prólogo Modesto González Lucas “la técnica nunca tiene porqué convertirse en una limitación sino todo lo contrario. La técnica bien aplicada potencia la expresión poética. En esto consiste el milagro del soneto en castellano…”.

De cada uno de los quince antologados, se han seleccionado cinco poemas. De modo que, el lector tiene ante sí un muy heterogéneo conjunto sonetil.

Por lógicas razones de espacio, me detengo, tan sólo, en dos ejemplos: por un lado, en el verso preciso y solidario de Santiago Castelo, el único de los poetas aquí incluidos ya fallecido y el cual nos dejó –tristemente-en la primavera de 2015: “A veces tengo miedo a la espesura/ y a veces la deseo. Se me asoma/ el miedo al alma en quiebro de paloma/ y a veces ese miedo es calentura/ que quisiera asfixiarme. La ternura/ del corazón el pecho me desploma/ en un fuego de amor que al alma toma/ y la convierte en presa de locura”.

Por otro lado, Carmina Casala canta con verbo rotundo y certero al prodigio del vino: “No eres la sangre ya, ni los colores,/ la oscurecida cava, la tinaja,/ no la bota que quiebra y que se raja/ al sonido del vaso y sus olores./ Eres la huida blanca en los albores/ de palomas saltando de la paja/ hacia su cielo azul que las ataja/ con nubes esparcidas de rumores”.

     El poeta valenciano Vicente Gaos (1919 -1980), refiriéndose al soneto, dejó anotado tiempo atrás: “No me encadenas, me desencadenas”. Y todo aquel que se sumerja en estas atractivas páginas, podrá descubrir cómo, en efecto, esta noble composición no es sino una maleable partitura, una dulce pieza donde música y palabra conjugan con lírica exactitud.

 

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