Dos portuguesas de 1962, Teresa Marques y Fátima Afonso, han unido sus talentos (literario y pictórico, respectivamente), para crear un libro en verdad sugestivo, “Sonhocom asas”, traducido al castellano por Xosé Ballesteros, con el título de “Sueños de volar”. Y precisamente la colección “Libros para soñar”, de Kalandraka Editora, lo ha acogido con su habitual pulcritud y buen gusto.
Hay que reconocer, desde un principio, que el texto es breve y, por demás lírico y casi etéreo; pero a Fátima Alfonso le ha bastado -y aun sobrado- para hacer un despliegue de sus facultades y de su delicadeza, que admira al lector o, por mejor decir, al contemplador de estas páginas pobladas de pájaros, nubes, aviones, globos…, todo lo que en el aire está o el aire se lleva, contribuyendo así a plasmar visualmente lo que el espíritu del relato propone y es: sueño, vuelo, pura metáfora poética.
La protagonista, a la que la autora no da nombre, “no sabía muy bien lo que quería pero, si pudiese, elegiría volar”. “Elegir -leemos en un cierto instante- es ya una parte del viaje”. Y estas palabras traen a mi memoria un verso de Pedro Salinas: “Elegir es una muerte”.
Queda claro que me muevo en dos contextos muy distintos, pero factibles de paralelizar: lo que para la chica del cuento representa un inicio, para el poeta su octosílabo puede anunciar un acabamiento (“Puede”, escribo, porque si la elección de Salinas anuncia algo que se extingue, también esconde algo que empieza y perdura: lo elegido).
Pero sepamos algo más de esta protagonista que no creía en las hadas, pero le gustaría creer en ellas: y que tenía siempre los ojos y la cabeza “en lo alto, en la Luna…”: “Sentía en su interior una inquietud de ave, un deseo súbito y suave de volar lejos, hacia un destino sin mapa”. Ni que decir tiene que acabará lográndolo. Las aves conocerán su anhelo y con ellas se irá, maleta en mano, (aquí la autora nos sorprenderá con una pirueta) “en un barco de vela”.
Porque Fátima Afonso no pinta barcos, sino pájaros, alas, cielo. “Hay sueños con alas dentro -leemos al final del relato-, y hay deseos de soñar sueños. Lo desconocido nos aguarda más allá de nosotros mismos”.
Recomendado para niños a partir de ocho años, no cabe duda de que cualquier adulto puede aprovechar esa recomendación porque el mundo que nos ofrece la ilustradora -profesora de Artes Visuales en Setúbal, en donde reside-, tiene, además de su magia, abundantes elementos capaces de propiciar el goce estético.
“El vuelo -se nos dice en una nota editorial-, que ha sido uno de los retos más antiguos de la historia de la humanidad, alcanza en este álbum una versión moderna, lírica y sugerente”.
Y quien esto firma, lo ratifica. Y recuerda, como ultimo botón, a la gran poetisa Alfonsina Storni, quien dejara escrito tiempo atrás: “¿Qué mundos tengo dentro del alma que ha tiempo vengo pidiendo medios para volar?”
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