Notas de un lector

En lengua inglesa

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Oportuna edición la que nos brinda la editorial Torremozas, en torno a la obra poética de Mina Loy (1882 Londres – 1966 Colorado). Su turbadora existencia -más atractiva que su lírica- está íntimamente ligada a su quehacer creador. Agitadora cultural, supo moverse entre la vanguardia modernista de principios del siglo XX y su personalísima condición bohemia y multifacética. Actriz, diseñadora, pintora, poeta -y esposa del escritor y boxeador suizo Arthur Cravan-, se rodeó de talentos tales como Gertrude Stein, Marcel Duchamp. Ezra Pound, Francis Picabia, Man Ray, Wallace Stevens, W.C.Williams…, de los que supo alimentarse vital y artísticamente.
Ahora, con traducción e introducción de Isabel Castelao Gómez, ve la luz “Breve Baedeker lunar”, una selección de sus poemas más representativos. De corte experimental y rupturista, su verso se enmarca en una suerte de simbología disociativa que conecta de manera palpable con sus divergentes experiencias vitales. Recomendable, pues, su lectura y su atenta relectura para comprender en amplitud todo su universo creativo: “Avenidas delirantes/ iluminadas/ con arañas de almas/ de infusorios/ de los sepulcros del Faraón”, escribe, v.g.


Un día antes de la festividad de San Valentín de 1969, Anne Sexton (1928-1974) publicaba sus “Love Poems”, de los que llegaron a editarse más de 100.000 ejemplares. Por entonces, la poetisa de Massachussets, ya era un personaje público y poético, ampliamente (re)conocido. Su carácter rebelde e inconformista fue forjando el perfil de una escritora mítica que, al igual que ocurriese con su compatriota y amiga Silvia Plath, sigue resultando humana y líricamente sugeridora.
Ahora, ven la luz sus “Poemas de amor” (Linteo. Orense, 2009) en versión castellana de Ben Clark, quien afirma en su prefacio que “las imágenes de Sexton son extrañas, bellas e inquietantes (..) y nos revelan un mundo que oprime las pulsiones más básicas”. Y en efecto, el ámbito en el que discurren los poemas de la autora norteamericana viene signado por su conmovedora conciencia y por su compleja concepción moral. Su verso, anudado siempre a su alma indómita, fluye entre la realidad y la ficción, sumido en un vendaval de imaginería que roza la emoción (“Entonces en la cama pienso en ti,/ en tu lengua mitad chocolate, mitad océano”) y la decepción (”Poseo una mirada negra y no/ me gusta”).

Irving Layton (1912 – 2006) está considerado como el poeta canadiense más destacado del pasado siglo . Con cincuenta poemarios a sus espaldas y un amplio reconocimiento del público y la crítica, llega ahora a España “Fornalutx” (Bassarai Ediciones. Vitoria, 2009), una antología preparada por el profesor Brian Trehearne, a la que el propio Layton dio su aprobación.
Se trata de una compilación que reúne lo más “oscuro y cáustico” del escritor canadiense, como apunta en su introducción José Carte, quien también se ha encargado de las versiones al español.
“Los buenos poemas deberían hacer estragos como un incendio/ quemando todo, como un fuego resplandeciente”, afirma Irving Layton en “Estéticas”. Y en esa incesante búsqueda del acierto, del fogonazo lírico, se afana y se concentra su decir. Poemas estos que se mueven entre el aliento vitalista y la mortal mansedumbre, entre la feliz cotidianeidad y la pertinaz desgana “El poeta lírico/ inventa su mundo propio (…) El mío está construido con huesos chamuscados”, acierta a decir.

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