Notas de un lector

Fútbol y versos

En la retina de millones de españoles, queda aún el imborrable remate de Andrés Iniesta en la final del Mundial. Tras aquel derechazo, que hizo clamar de forma común a tantas gargantas y que llenó de gozo y de orgullo a nuestro país, llegó la carrera hasta el banderín del córner, donde el jugador manchego levantó su camiseta e hizo que también Dani Jarque fuera cómplice de una gesta que desató la euforia de toda España.


Ocho meses después, a los que vivimos el fútbol con la pasión de saber que es más que un juego, se nos acelera el corazón cada vez que una cadena de televisión vuelve a pasar las imágenes de tan mágico instante. Quien esto escribe, ha sentido también que su alma se llenaba de vívida emoción y de sonora nostalgia, leyendo “La gloria al rojo vivo” (Eneida. Madrid, 2010) diario de una proeza que, con exquisita pluma ha recreado Manuel Juliá (Puertollano, 1954).

Un par de meses antes de que diera comienzo el campeonato, este poeta y periodista - columnista del diario “Marca”-, tuvo la feliz idea de urdir un diario futbolístico que se iniciara el mismo día que España ponía rumbo a tierras surafricanas. La tarea no era fácil, pues su empeño se tropezaba, con la incertidumbre, de que en cualquier momento nuestra selección cayera eliminada y a ver quién “compraría un libro que habla de la historia de un fracaso que sucedió a la expectativa de un enorme éxito”, tal y como confiesa el propio Juliá en los momentos previos a nuestro choque de cuartos contra Paraguay. Pero el esfuerzo, la fortuna y el empeño de “la roja”, hicieron que este volumen fuera creciendo hasta el 12 de julio y tuviera el mejor de los finales posibles. Por ello, su portada recoge la foto de Iker Casillas, Sergio Ramos, David Villa, Jesús Navas…, gritándole a la copa que “-Es nuestra”.

El mérito de Manuel Juliá no estriba sólo en su espléndido manejo del lenguaje -como “terciopelo literario”, lo define en su prólogo Juan Ignacio Gallardo, subdirector de “Marca-, sino también en la brillante manera de modular los patrióticos latidos, los ardientes impulsos… con los que cada uno de los aficionados españoles –y por supuesto, el propio autor-, íbamos viviendo cada uno de los partidos. “Porque sólo el mar es más inmenso que la gloria”, escribe Manuel Juliá en la última línea de su libro. Porque cerca del mar se fue después de concluir el campeonato y este volumen, para saborear, junto a la sal de la victoria contra Holanda, sus dos mejores sueños hechos ya realidad.

Y ese aroma lírico, de escritor que conoce a fondo los resorte de la poesía, es el mismo que sobrevuela las páginas de “Sobre el volcán en fuego” (Biblioteca de Autores Manchegos. Ciudad Real), el segundo poemario de este vate manchego.

Un sobrio y bello cántico donde la conciencia suprema de la muerte, llena con sus ecos buena parte del conjunto. La voz de Manuel Juliá encuentra acomodo al hilo de un discurso que despierta las deshoras de las palabras, que se cobija tras las cálidas luces de saberse vivo y nos habla de un caudal de días donde la dicha y la desesperanza batallan sin pausa.
Y ese mar citado, se hace entonces ángel que abre sus alas para “volver a nacer en tus labios en cada mirada/ y ya no estar casi nunca lejos/ porque nada será marchito si te dejas amar”.

Dos amores, al cabo, fútbol y versos, que pueden llegar a ser cómplices y complementarios. Y procurarnos felicidad.

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