Hay ocasiones, en que la poesía se alza como un escribir con el silencio vivo, en donde el sonido de las palabras se hace mutismo íntimo. Es entonces, cuando la mirada se torna aún más contemplativa y alimenta el misterio, la maravilla de cuanto sobresale en las huellas de lo vivido.
La aparición de “Ex Patria” (Lastura. Madrid, 2024) de Marietta Franco Bourrellier, remite a una escritura que une lo que ve con lo aún no visto, que fusiona con intensidad la memoria con el anhelo.
Residente actualmente en Lisboa, la autora estudió Derecho en Sevilla y se especializó en Derechos Humanos en la Universidad de Copenhague, si bien orientó más tarde su quehacer a la docencia del español y la literatura en distintos países, EEUU, Alemania, Israel…
En el prefacio a este poemario, Laura Frost advierte de que es llamativa la idea de otredad que aquí se signa y la forma de “reconocerse en el otro y también perderse en él, establecer una no conformidad cuando la injusticia se deshace de la máscara, abrazar los sabores y las tardes al sol sorteando y sobreponiéndose a la incomodidad de saber que regresar e ir son la misma cosa, que todo viaje no se sabe si es de ida o de vuelta”.
En verdad, ese intenso periplo vital es el que le sirve a Marietta Franco Bourrellier para armonizar los elementos de su discurso y ordenar sus categorías semánticas entre lo ideal y lo material, lo abstracto y lo concreto, lo cotidiano y lo trascendente: “Atravieso el aire con miedo y despacio/ como apartando pelusas de una pestaña/ como abriendo una puerta que chirría/ como esperando encontrarme un muerto (…) el barro húmedo de mi duda añade ira/ a mi propia ventisca interior/ ¿habrá más gente en el mundo/ que quiera cortar el aire con un sable?”
Dividido en cuatro apartados, “Libro I: El Norte del Norte”, “Libro II: El Sur axial”, “Libro III: El Linaje del Este” y “Libro IV: En el Oeste hay unagrieta por donde se cuelan plumas”, el volumen converge en la búsqueda de acentos trascendentes en donde el tiempo es convertido, o presentado no sólo como tiempo en sí, sino también como espacio y como materia, como identidad y permanencia, como duelo y desposesión: “El destierro es la magia/ de sentirse otro/ deshacerse de un solo golpe/ del yugo tirano de la tierra/ el exilio es otra historia/ el exilio es estar en ningún lugar/ a ninguna hora”.
La constatación de lo fugaz y de lo eterno se prolonga a través de estas páginas y, alcanza su máxima intensidad, al par de unos poemas unánimes, que signan las conciencias del vivir, las realidades ajenas y propias por las cuales el ser humano se despoja de lo prescindible y aprehende con sólita voluntad todo aquello que más ama: “No creo en patrias/ ni naciones/ que arrancan la piel del cuerpo/ que son cárceles de hormigas (…) Creo en las personas/ y en lo que de ellas nace verde/ sin pliegues/ esa/ y sólo esa/ es mi única y verdadera patria”.
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