En la mitología griega, Leteo era uno de los ríos del Hades. Beber de sus aguas provocaba el olvido. Tal vez, por ese intrínseco y lírico significante haya sido un componente utilizado con tanta frecuencia a lo largo de la historia de la poesía: de Dante Alighieri a Jorge Luis Borges, de William Shakespeare a Charles Baudelaire.
Vicente Cervera Salinas (1960) publica ahora “El sueño de Leteo” (Renacimiento. Sevilla, 2023). Catedrático de Literatura Hispanoamericana en la Universidad de Murcia, ha editado hasta la fecha cuatro poemarios: “De aurigas inmortales” (1993), “La partitura” (2001), “El alma oblicua” (2003) y “Escalada y otros poemas” (2010). Es esta, pues, su quinta entrega y, en ella, “hay un soplo hölderliniano de exaltación y desgarro recorre la primera parte del libro. Hay evocación del tiempo y de la dicha, y dolor y resignación de un presente conflictivo y vacío. Pero la vida empuja, y paulatinamente en los poemas de la segunda y tercera partes del volumen, de nuevo irá haciéndose la luz”, anota en su epílogo Eloy Sánchez Rosillo.
Con estos mimbres tan bien definidos, el poeta albaceteño ha vertebrado un conjunto en donde el yo se dirige a un tú que sirve para un inspirado diálogo vital y sentimental. Porque desde el pórtico, se aprecia esa necesidad de hacerlo partícipe de su anhelo: “Olvida a quien no eres. No eres quien crees (…) Descubre quién eres y quién porfía,/ sigiloso, en la turbia corriente/ cuyo curso furtivo aún te arrastra/ sin que logres su nombre conjurar”.
A lo largo de estas páginas, destaca el deseo de universalizar cuanto acontece en derredor del sujeto lírico. Sus experiencias -aun cuando se muevan en la enigmática dicotomía del olvido y del sueño- son una invitación a reflexionar sobre valores trascendentales para el ser humano: la lealtad, la tolerancia, la voluntad, la libertad… Y, todo ello, construido con una acentuada selección léxica, con una semántica moldeable que convierte su mensaje en solidaria identidad: “Quiérete. No impongas lo que te imponen/ y no dejes que impere su estrechez (…) …Escucha más bien/ el agudo gorjeo de gorriones/ cuando tus soledades sorprenden su presencia”.
A medida que el lector se adentre en la geografía de estos textos que remiten a la acordanza, al mañana, al corazón, podrá hallar ese camino iniciático hacia la redención que propone Vicente Cervera Salinas. Su decir se torna posible mudanza, factible renacer desde lo que ayer fuese sombra y ceniza: “Con firmeza, atropellando fronteras,/ volví al punto de partida. Bajé/ la vista y allí esperaba, radiante, mi otro yo…”.Y, así, de la mano de un espacio distinto, de un tiempo sanador “… se cubrió de color la tierra/ y escuché la más dulce melodía”.
La última sección recoge tres poemas que, en buena medida, quieren ser horizonte de esperanza, definitiva superación, cántico de amor. El mismo que, bajo el título de “Rosas y apotegmas”, se hace bellísima y certera elegía paterna,la coda a un libro noble, existencial y vívido: “Quiero adentrarme contigo en las sombras/ y transitar a tu lado las veredas/ cubiertas de cristal y de silencio (…) Embarcarnos juntos, alma con alma,/ y ser el guía de tu cuerpo alado”.
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