Notas de un lector

Que todo del amor puede creerse

Este mapa amatorio recorre de manera cronológica seis siglos, desde Garcilaso de la Vega (150?- 1536) hasta Luis Alberto de Cuenca (1950).

A lo largo de los siglos, la historia de la literatura ha sostenido buena parte de sus pilares temáticos en el tiempo, la muerte y el amor. En este último, la poesía ha encontrado una militancia recurrente, iterativa, sin que por ello la producción creadora de autoras y autores haya perdido calidad o vigencia.Desde su propia clave ontológica, el amor otorga al corazón su más alta jerarquía ante cualquier otra dicha, convirtiéndolo, al cabo, en un axioma casi ininteligible. O lo que es lo mismo, en un diálogo que la razón acaso no llegue a entender.

Es complejo sustraerse a cualquier forma de amor. Sus tipologías son abundantes, y con extrema naturalidad se convierte en una materia en la que todo ser humano puede reconocerse de forma empírica. Sus derivaciones llegan a ser existenciales, familiares, sensibles, figurativas, eróticas, vitalistas, convencionales platónicas, místicas, naturistas, oníricas, memoriales, azarosas, simbólicas… conformando, de esta manera, un atlas plural y común.

La aparición de “Los cien mejores Poemas de Amor de la Lengua Española” (Verbum. Madrid, 2023), revitaliza, en buena medida, el protagonismo de este leitmotiv. Luis Rafael ha estado a cargo de la edición y, en su pórtico, anota que “como lector y como crítico, sólo he pretendido reunir la cien piezas líricas que prefiero hoy, una selección de poemas diversos e indiscutibles, que me gustan o emocionan y que con el paso del tiempo no perdieron el brillo de la inspiración original”. Incide, además, el antólogo, en que es esta una compilación “donde los poetas no son los protagonistas sino los poemas”.

Con estos mimbres, se abre sí un mapa amatorio que recorre de manera cronológica seis siglos, desde Garcilaso de la Vega (150?- 1536) hasta Luis Alberto de Cuenca (1950).

La fusión de horizontes que comprende un texto, es decir, la manera en la cual puede analizarse un escrito con relación al trasfondo cultural e histórico que lo determina, fue una de las novedades más relevantes que Hans-Georg Gadamer legó como forma de observación textual. Desde esa perspectiva, fue el filósofo alemán quien dejó escrito que “el poema une a todos en su sentido y es el anhelante intento deencontrar, entre interlocutores divergentes, algo común en el discurso y en su réplica, en la pregunta y la respuesta”.

En la lectura y relectura de estos textos, plenos de sentimentalidad, de sensualidad, de subjetivismo, se adivina, sin duda, ese nudo colectivo que refiere el pensador germano, pueslos versos se hacen llama viva, fusión de horizontes, conquista y reconquista de territorios y protagonistas que fueron y sonreferencia indisoluble para el yo.

La nómina y los ejemplos son extensos: Francisco de Quevedo, Lope de Vega, Sor Juan Inés de la Cruz, Gustavo Adolfo Bécquer, José Martí, Julián del Casal, Rubén Darío, Amado Nervo, Antonio Machado, Juan Ramón Jiménez, DelmiraAgustini, Gabriela Mistral, Gerardo Diego, Federico García Lorca, Jorge Luis Borges, Nicolás Guillén, Rafael Alberti, Dulce María Loynaz, Pablo Neruda, Miguel Hernández, Octavio Paz, Claribel Alegría, Blanca Varela, José Ángel Valente, Juan Gelman, Joan Manuel Serrat, Gioconda Belli, etc., componen, en suma, esta geografía amante de las letras españolas e hispanoamericanas.

Juan de Tassis, en su soneto “Determinarse y luego arrepentirse”, pudiera dejar bien resumido cuanto en esta antología se canta y cuenta: “…no hay que espantarse,/ que del amor todo puede creerse”.

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