La infructuosa operación lanzada por EEUU el 3 de julio para rescatar a los periodistas James Foley y Steven Sotloff, finalmente ejecutados por Estado Islámico, fracasó en parte porque las autoridades decidieron no emplear 'drones' que precisaran la localización de los rehenes en tiempo real por miedo a alertar a los yihadistas y a involucrarse aún más en el conflicto sirio, según han explicado fuentes oficiales estadounidenses al 'Wall Street Journal'.
Por ello, la operación fue desarrollada con informaciones poco actualizadas sobre la situación exacta de los periodistas y las fuerzas especiales encargadas de su rescate llegaron tres días tarde al lugar donde se creía que permanecían retenidos desde hace varios meses: un pequeño edificio situado al sureste de Raqqa, el bastión principal de Estado Islámico en Siria.
"'Agujero seco'", sentenció un oficial estadounidense sobre el resultado de la misión, empleando jerga militar que describe un blanco no encontrado.
Tanto el Ejército como la Casa Blanca coincidieron en que la ausencia de datos de inteligencia dificultó enormemente la misión, ya de por sí extremadamente arriesgada. Sin embargo, "las opciones de supervivencia de los rehenes eran tan pequeñas que el asalto era la mejor opción", según los oficiales.
"El presidente (Barack Obama) asumió que la operación iba a ser más arriesgada de lo habitual", según otra fuente, dada la férrea disciplina de silencio entre los integrantes de Estado Islámico, que impiden contar con 'soplones' en el seno la organización yihadista.
Las únicas herramientas fiables que pudo emplear Estados Unidos fueron datos de satélites, que sin embargo requerían del uso de aviones no tripulados para completar la información, pero el Departamento de Defensa se abstuvo finalmente de recomendar su uso al presidente Obama.
Esta decisión se tomó tras una reunión entre oficiales del Pentágono y asesores de la Casa Blanca, en la que se concluyó que una incursión de aviones no tripulados en espacio aéreo sirio podría violar la soberanía del país y profundizar aún más la implicación de Estados Unidos en la guerra civil siria. "El presidente no estaba preparado para llegar a ese punto", reconoció uno de los oficiales. Además, el empleo de estos aviones podría haber alertado a los milicianos y acelerado el plazo de la ejecución.
Las fuerzas especiales estadounidenses Delta Force llevaban semanas realizando simulacros en escenarios similares al lugar donde estaban retenidos los estadounidenses, un edificio de cuatro habitaciones que servía de prisión improvisada, a la espera de recibir luz verde para la operación, que finalmente llegó dos día antes de su puesta en marcha.
"Puedo asegurar que no hubo ningún retraso artificial de la operación. Desde que fue presentada a la cadena de mando, incluyendo al secretario de Defensa (Chuck Hagel) y al presidente Obama hasta que fue ejecutada se tardó menos de 48 horas", declaró al 'WSJ' el portavoz del Pentágono, el almirante John Kirby.
Finalmente, en una noche sin luna del 3 de julio, el contingente Delta --más numeroso de lo habitual, para minimizar riesgos-- hizo acto de presencia en el lugar. La operación tenía previsto durar menos de 20 minutos. Una hora después, el equipo regresó al lugar de despegue, una base militar de Turquía, con las manos vacías.
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