Juan Gil-Albert, Jorge Guillén, José Ángel Valente o María Zambrano, junto a otros artistas e intelectuales, han formado parte de su vida. La obra literaria de Salvador López Becerra (Málaga, 1957) se caracteriza por la transparencia expresiva y el rigor, entre las que destacan “Poemas”, “El Patio”, “Voluntad del Fuego" o “Riente Azahar”. Desde 1990 ejerce la antropología social y cultural en Marruecos. Fruto de dichas investigaciones son “Los Cuadernos del Atlas”, donde se recogen sus trabajos fotográficos, literarios y antropológicos relacionados con el país vecino; “Fabulas Populares bereberes del medio Atlas”, “Breviario de cocina marroquí” o “Entiznar: una mirada al tatuaje marroquí”. Es miembro de honor del Consejo Mundial de marroquíes en el extranjero y Presidente y fundador del Ateneo Hispano-Marroquí.
Somos muchos los que consideramos que el Ateneo, pese al apoyo oficial, no brilla lo suficiente
Málaga viene apostando por los museos para reforzar su liderazgo turístico y cultural en Andalucía. ¿Cómo valora esta gestión?
-Aunque es meritorio, lo que se percibe es más una cultura de marketing. Málaga no es más culta por la creación de museos. Hay que incidir en otros conceptos. Por ejemplo, los barrios, donde hay mucha creatividad y habría que potenciarlos, no se les proporciona la misma calidad cultural que al centro. Málaga no sólo es el centro-histórico. La creación artística no entiende de zonas ni de crisis presupuestarias; el mundo de la cultura se siente huérfano: Los artistas se pagan sus catálogos, los poetas tienen que editarse sus libros. Es una verdadera pena esta insensibilidad, todo me parece de escaparate para el foráneo. A nivel turístico, Málaga se ha convertido en la ciudad de las mil tabernas y un cuarto de librería. A la falta de debate intelectual se suma la carencia de brillantez de los responsables.
¿A quién representa el Centro de Arte Contemporáneo o la Térmica?
-”CAC" y "Térmica" suenan bien. ¿Cuánto nos cuesta a los malagueños? Sinceramente, no creo que representen a los artistas de Málaga, que son muchos y muy buenos , sin chovinismo. Tampoco tiene mucho sentido cerrar un Instituto del Libro o dejarlo sin presupuesto. Insólito, a la política, en general y en termino local, carece de sentido humanístico.
Usted ha sido diseñador gráfico en la línea tipográfica-poética de Juan Ramón Jiménez y Manuel Altolaguirre y uno de los máximos exponentes de la tradición tipográfica malagueña. ¿Cómo ve el sector?
–Es lastimoso ver el cierre de librerías cuando Málaga siempre ha tenido una tradición impresora y editora. ¿Subsiste alguna editorial de prestigio en Málaga?
También ha sido presidente del Ateneo, institución que este año celebra medio siglo de vida. ¿Se ha alejado esta institución de su filosofía inicial?
-Con sus luces y sombras el Ateneo participó a que la ciudad se subiera al tren de la modernidad y la cultura. La independencia, pluralidad ideológica y ausencia de sectarismo siempre fueron sus pilares más sólidos con los cuales me sentía identificado ejerciendo mi labor. Es verdad que otros escoraron. Pese a que en las últimas etapas ha contado con el apoyo oficial que nunca tuvo, somos muchos los que consideramos que no brilla lo suficiente.
¿Cómo está viviendo esta nueva etapa de vuelta a su ciudad después de años alejado de ella?
- Como diría mi amiga María Zambrano, “yo nunca me fui” . Mi corazón siempre estuvo en Málaga. Ahora releo, escribo, reviso libros a publicar y preparo algunos proyectos culturales mientras tomo pulso a la ciudad.
¿Se implicaría usted en el ámbito cultural en su ciudad?
–Es mi pasión. Siempre lo hice con mucho gusto. Quien me conoce sabe que siempre aporto. Quiero una Málaga culta para los suyos y que el viajero que llega a Málaga se marche con el concepto de que somos cultos. Lograr este objetivo requiere aunar esfuerzos y aportar experiencias. La cultura no tiene ideología sino estética; su única consigna es la libertad del hombre.
¿Qué es lo que más le duele de todo?
-A mi ya me duelen pocas cosas pero que no se invierta en Educación y Cultura (no hay que olvidar la responsabilidad de la Junta de Andalucía que está como ausente) clama al cielo. Sobran logos y fachadas. La indolencia intelectual, la ausencia de debate en los medios de comunicación y que a la mayoría de los que gobiernan no les interese la cultura en mayúsculas.
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