La tribuna de Viva Sevilla

Abstenerse es cosa de pobres

J. M. Camarillo y F. J. Sánchez analizan la geografía de la abstención en Sevilla capital en las recientes elecciones andaluzas del 2 de diciembre.

 La irrupción de Vox en el pParlamento de Andalucía ha cogido desprevenidos a todos los actores políticos y les ha obligado a plantearse cuáles son las raíces de este aparente vuelco a la derecha de la sociedad andaluza. En estos días estamos leyendo abundantes explicaciones, siempre precipitadas por urgentes y fruto más de la sorpresa que de la reflexión. Algunas de ellas son en exceso interesadas, como ha sucedido con quienes han invocado a “la bicha del fascismo”.

Otras, más que mirar a la historia, han recurrido a la geografía y han encontrado similitudes con el Frente Nacional de Le Pen en los barrios obreros franceses. Hay también quien ha apelado a tendencias más globales y recordando a Trump, Bolsonaro y Salvini ha dicho que ya somos como cualquier país moderno, con nuestro propio partido xenófobo. Ahora que, de nuevo, “arde París” algunos han recordado al geógrafo francés Christophe Guilluy, quien ha explicado cómo “el fin de la clase media” ha provocado un vacío político que ha convertido a la socialdemocracia en un sujeto irrelevante al ser la expresión de un grupo social en proceso de disolución: la clase obrera occidental precarizada por la globalización y rematada por la crisis. Y como subproducto de esta pérdida de identidad crece un  desesperado intento de vuelta al pasado, a los “treinta años gloriosos” que van de 1950 a 1980.

Esta teoría parte de datos incuestionables como la creciente desigualdad, pobreza y exclusión que sufren las sociedades europeas, pero el que sea válida para la banlieu de París no quiere decir que resulte extrapolable a Andalucía. Pero algunos analistas han intentado trasladar ese modelo a las elecciones andaluzas y en concreto a Sevilla, llegando a publicar que “la mayor cantidad de apoyos a este partido de extrema derecha procede de dos de los distritos donde están algunos de los barrios más pobres de España: el Polígono Sur  y Torreblanca”.

Y sobre esta asociación entre pobreza y derechización se construye una teoría según la cual los pobres se están radicalizando; unos hacia la extrema izquierda y otros, los más, hacia la extrema derecha. Este tipo de interpretaciones arriesgadas deberíamos someterlas siempre al método analítico de Bertrand Russell: “cuando estudies cualquier materia pregúntate solamente: ¿cuáles son los hechos?”. Y en este caso los hechos son bastante claros si renunciamos al uso, habitual en las ruedas de prensa de los partidos, de la estadística para “torturar los números hasta que confiesen lo que uno desea”. Sin aplicar ninguna tortura a los resultados electorales se constata que el voto a Vox no es cosa de pobres, sino de ricos.

Las evidencias en forma de datos son estas: 25 % en Los Remedios, 17 % en Bellavista- La Palmera y 16 % en Nervión; frente al 8 % en Torreblanca, 6,7 en las Tres Mil y 6,6 en Pajaritos-Amate. Los barrios pobres no se han arrojado en brazos del fascismo, sino que más bien han abandonado a la socialdemocracia para desertar del sistema electoral. De hecho, un análisis basado en evidencias constata que la correlación estadística entre tasa de paro y tasa de abstención es positiva y muy alta: un 86%.

Y precisamente esta abstención de los barrios obreros es la que explica la debacle de la izquierda, en un suicidio electoral que se ha basado en la pérdida de “potencial decisorio” en esos barrios de clase trabajadora, medido este potencial decisorio en función de cuánto se acerca una sección censal o barrio al 100% de participación. En las secciones con mayores niveles de renta y menores niveles de paro se han alcanzado porcentajes de participación entre el 75 y el 85% y allí los partidos mayoritarios han sido el PP y Vox. Por el contrario, barrios como Polígono Sur, Torreblanca o Polígono Norte que tradicionalmente votaban al PSOE se han movido en torno al 30% de participación en las últimas elecciones. Incluso, en una sección de Las Vegas se ha llegado a un nivel de abstención récord del 92 %. Esta pauta de voto representa un déficit democrático de gran calado.

En una sociedad en la que la precarización alcanza a amplios sectores de la población y se extiende la falta de derechos (trabajo, vivienda, salud, ...) los altos porcentajes de abstención alcanzados no hacen sino añadir la falta de otro derecho fundamental: el derecho básico a decidir en democracia. Y si, además, por parte de algunos medios de comunicación se lanza el bulo de que es precisamente en estas zonas donde Vox ha tenido un mayor eco, asistimos a la privación de otro derecho más: el derecho a la dignidad de nuestros barrios pobres. O barrios “desfavorecidos”, como quieren llamarlos ahora.

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