Hoy miércoles de ceniza, anuncio de la Semana Santa, que en Sevilla nos presenta mil y un detalles que son desconocidos para quien se no se halla inmerso en su mundo. Quizá convenga, a veces, aparcar el fárrago de la realidad jurídica y descansar pensando en otras sensaciones que dotan de sentido a nuestras vidas. Así, la propia existencia del Consejo General de Hermandades y Cofradías, vínculo entre la Iglesia y las hermandades. Está integrado por unas setenta hermandades de penitencia, otras tantas de Gloria y las Sacramentales, que se dedican de manera preferente al culto eucarístico, si bien todas tienen como fin el que se profesa a Dios y a María y el ejercicio de la caridad. Lo rigen los cargos generales y los delegados de cada día y sección. Goza de una incuestionada autoridad y prestigio en la ciudad, procura parte de los ingresos de las hermandades y es imprescindible en la responsabilidad de los desfiles procesionales, especialmente de las cofradías penitenciales.
A este respecto, resulta obligada la realización de la Estación de Penitencia, que supone la expresión de su significado con la presencia en la Santa Iglesia Catedral, donde tiene lugar el acto de pleitesía y adoración al Santísimo Sacramento. Curiosamente en Sevilla la Estación se organiza de singular manera en lo que se ha denominado “Carrera Oficial”. La hermandad solicita una primera venia ante el Consejo en la plaza de la Campana; posteriormente, en la de San Francisco, ante el palco del Ayuntamiento, se reitera la petición a la Ciudad y al entrar en la Catedral, pasada la puerta de San Miguel, ante el Cabildo, allí representado por un canónigo que otorga una tercera venia en nombre de la autoridad eclesiástica. Cumplido ese largo tramite, se abandona el templo catedralicio por la Puerta de Palos, debiendo la cofradía proseguir la Estación, volviendo a su sede por el camino más corto.
La función del Consejo en este maremagnum de la Semana Santa es sumamente delicada, dado que cada uno de sus miembros reciben una delegación del Vicario episcopal, otra del Alcalde de la Ciudad y otra del Delegado del Gobierno. Ello entraña una tremenda responsabilidad al asumir sus miembros tan extensa autoridad delegada.
Algunos misterios cabría destacar de nuestra Semana Santa. Así, entre las hermandades de Pasión y El Valle desfila la noche del Jueves el Delegado del Gobierno con un piquete de la Guardia Civil, en rememoración de la “ronda” que se hacía hace siglos y por la que la autoridad transmitía al gentío la seguridad de que la ciudad podía estar tranquila. O el hecho de que el Hermano Mayor de la Hermandad del Silencio porte, colgada al cuello, la llave del Sagrario y desfile en la cofradía una espada, símbolo de su defensa de la fe. El Ayuntamiento acompaña a la Virgen de la Hiniesta, patrona de la Ciudad y diferentes instituciones lo hacen con las hermandades a que están vinculadas: la Guardia Civil y la Audiencia con la de las Siete Palabras, el Arma de Aviación ante la Virgen de Loreto y multitud de representaciones veracruceras con la hermandad del Lunes Santo.
En fin, se me acaba el espacio; seguiremos.
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