Una afirmación que si viniera de alguien poco versado no sería tan peligroso si no lo firmara la actual vicepresidenta del Gobierno, ministra de la Presidencia, Relaciones con las Cortes e Igualdad, Carmen Calvo. La socialista pareció tenerlo claro; el dinero público no es de nadie. Y parece que aseverando eso nadie, por tanto, es responsable del camino perverso que éste pueda tener.
En clave local, resulta cuanto menos indignante y preocupante, a partes iguales, cómo se ha liquidado miles de euros (más de 150.000) de las arcas municipales para el centro de protección animal y parece importar poco, cuando se dilapida tal cantidad sin que nadie se sonroje ni nadie dimita por este motivo, por otros ya lo hicieron sin que tampoco, hasta ahora, haya sido juzgado.
Menos gratificante resulta cuando del mismo bando de forma cínica se recuerda facturas heredadas -cuando no son de su corte- y de manera populista ante las dificultades que con ello se encuentran en el día a día en los gastos del Ayuntamiento.
Crear un problema donde no existía y al que había que darle una continuidad al tener ya incluso el lugar elegido para ello, ha encontrado con el paso de los años un gasto innecesario e inútil para tener que derribar un edificio inservible y ahora como nuevo parche, acoger una nave inadaptada y que no cumple con ninguna de las normas.
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