El turismo es un elemento revitalizador crucial como motor económico tan esperado como necesario para unos y otros. En pleno verano la imagen ofrecida para el visitante debe ser la acorde a lo que espera y desea en su oferta demandada. Es por ello que los detalles, por más mínimo que sean, hay que cuidarlos y tenerlos como máxima. La ciudad, nuestros políticos en mayor medida, debe entender de una vez por todas que en sus decisiones nos jugamos el valor y reconocimiento de dar el mejor aspecto posible, para los de aquí y a los de allí.
Al turista poco o nada le importará que un asunto local como puede ser el nefasto servicio de recogida de basura estropee unas vacaciones programadas con meses de antelación. Nuestros problemas, lo que venimos arrastrando desde hace meses, termina por afectar al que está dispuesto a dar lo mejor que puede obserquiar en estos días: su tiempo y su dinero. Despreciar las oportunidades no es un gesto inteligente, por lo que nuestras autoridades van tarde en arreglar un problema que empieza a írsele de las manos.
A la falta de limpieza se suma la exigua oferta musical y de disfrute o la casi ridícula temporada taurina presentada. Tarde y mal. Muy mal. Se sigue despreciando la ocasión de reengancharse y tomar posicionamiento para resurgir. Mal vamos con los anunciados problemas de basura, sin un concejal de Urbanismo o sin un responsable de Plaza de Toros.
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