La tribuna de El Puerto

Nueve años sin Marta del Castillo

Aún tengo en mi mente la imagen de una Sevilla hundida. Un silencio que a veces se transformaba en murmullo frente a aquellos carteles

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  • Marta del Castillo -

Francisco Aurelio Dávila Rosso es poeta y dramaturgo.

Aún tengo en mi mente la imagen de una Sevilla hundida. Un silencio que a veces se transformaba en murmullo frente a aquellos carteles que lucían en el barrio de la Macarena y por toda la capital hispalense.

Era un frío mes de enero y las miradas estaban puestas en una misma intención; en un mismo propósito: encontrar a una joven que había desaparecido pocos días antes .Su nombre: Marta del Castillo.

Nadie podría sospechar entonces lo que vendría después. Tras la confesión de Miguel Carcaño, en la que relató cómo supuestamente había matado a la joven durante una discusión, toda España se conmocionó y se preguntaba dónde estaría su cadáver.

Ése fue y es el secreto mejor guardado de su asesino y sus encubridores.  Primero nos llevó al río Guadalquivir, luego a un vertedero y así empezaría una larga lista de cambios de declaraciones sobre cómo murió y dónde la escondieron,  en las cuales se basaron todos los dispositivos  policiales y de búsqueda para poner todos sus esfuerzos en encontrar el cuerpo de Marta. Ninguna de las operaciones de búsqueda tuvo éxito. Miguel había mentido.

Toda Sevilla lloraba a la joven y quedaban atrás aquellos días en los que se personas anónimas aseguraban haber visto a Marta aquí o allá, dado que al principio, algunos pensaron que la chica había abandonado su domicilio o ciudad voluntariamente, cosa que por supuesto, jamás creyeron sus padres; quienes sabían perfectamente que si su hija no había vuelto a casa había sido en contra de su voluntad. Posiblemente esto retrasó mucho la investigación e hizo que se perdiese un tiempo muy valioso en el que se podría haber investigado a los "amigos" de la víctima

España y sobre todo Andalucía y en concreto Sevilla, no fue la misma desde la noche del 24 de Enero de 2009, en la que Marta salió de su casa para acabar siendo asesinada en un piso del número 78 de la Calle León XIII, puesto que tuvieron que ver como juicio tras juicio se hundía más a una familia a la que ya solo le importa saber el paradero de su hija para poder darle santa sepultura.

Han luchado, han arriesgado todo, se han dejado el alma y prometen seguir haciéndolo hasta que por fin consigan encontrar sus restos. 

El caso Marta del Castillo ha sido muy importante para la sociedad puesto que por él se consiguió incluso una reforma en la ley del Menor  por parte del Gobierno.

En 2009 yo tenía dieciséis años , solo uno menos que Marta. Su historia se quedaría para siempre en mi corazón y su nombre no se me podrá olvidar jamás. Desde entonces, la lucha en la que sus padres combaten día a día ya no solo por su hija, sino por todos aquellos que hayan podido pasar  y pasan por lo mismo, me ha inspirado profundamente en muchas de mis composiciones poéticas.

Se cumplen nueve años; nueve años sin Marta. Nueve años en los que nadie ha dejado de pedir justicia; esa en la que ya no cree la familia Del Castillo Casanueva. Hoy  no puedo dejar de acordarme de ella y dedicarle, como en otras ocasiones, mis versos más sentidos.

A MI MUSA DURMIENTE

No sé que tengo en el alma
que contenerme no puedo
y rompo en un mar de lagrimas
cuando tu historia recuerdo.

Yo veo hablar a tus padres,
que pese al paso del tiempo,
no dejaron de buscarte
¡no cesaron ni un momento!

Que tu sonrisa culpable 
de adolescencia y de sueños,
le dio fuerzas a la calle
para prometerte duelo.

Yo era tan solo un chiquillo, 
de tus años más o menos, 
y fui a Sevilla y Sevilla
puso tu rostro en su cielo.

El río Guadalquivir,
fue antes musa de mis versos
mas no puedo perdonarle
que no nos diera tu cuerpo.

La luna, luna de sangre,
gime clamando a los vientos,
aún nueve años más tarde,
por dios, ¿por qué este tormento?

Tu desconsolada madre,
te manda un millón de besos
allá donde están los ángeles
y allá donde estén tus huesos.

¿ Que te ocurrió aquella tarde?
¿ Quiénes se sintieron dueños,
de tu vida y tan cobardes
ocultan tu paradero?

Tu pelo rubio de antes,
será de mi verso el celo
fuiste tú musa constante
de mi sentir marinero.

Que andaluz también nací,
y como andaluz sin miedo
lloro , agonizo y me rompo
si es por alguien de los nuestros.

Y a tu asesino canté,
una copla en aquel tiempo
pidiendo pena de muerte
porque merece estar muerto.

Mas tú siempre vivirás
en Sevilla y sus recuerdos,
serás eterna y eternos
serán tu rostro y mis versos.

Jamás nadie ha de olvidar
que en un frío mes de Enero
a España le arrebataron
un ángel caído del cielo

Llevo tu nombre en la mente
desde que era un chiquillo.
Te escribe mi alma doliente,
por ser mi musa durmiente;
a ti, Marta del Castillo.


DURMIENDO SOBRE SU FALDA

Dicen que vieron a Marta 
con la luna de la mano.

Dicen que vieron a Marta;
que hasta en Triana lloraron
los hierros de un puente en calma.

que Macarena en su palio, 
quiso gritar de la rabia 
y recorrer sin descanso
Sevilla para encontrarla

Cuando los perros ladraron
la luna más sevillana
bajó hacía el río llorando
con su blancura de plata.

Que allí sola la encontró,
que con ella conversaba
contándole mil historias
de las sirenas del agua.

Que al verla le dio la mano,
y dibujando en su cara
una sonrisa de nardos 
se la llevó a sus barandas.

Aquel día durmió con ella,
y le dejó que mirara
a ratos Sevilla entera,
“pa” que se sintiera en casa.

¿Dónde está que no la encuentro?
¿Dónde está ? ¡Nueve años! ¡ basta!
¡no te la quedes contigo!
¡Sevilla quiere enterrarla!

Maldita luna andaluza, 
prepotente y altozana
que hace de un capricho un credo,
¡y es tan celosa y gitana!
Déjala aquí con nosotros, 
y súbete a tus barandas 
sé musa para poetas
y no guardiana de Marta .

Sevilla entera la espera,
Tú la viste. ¡Dime! ¡Habla!
¿por qué desde la noche aquella
hasta las estrellas callan ?

Cuatro mil perros ladraron,
en esa noche tan larga 
en las que todos buscaron
sus ojos verde esmeralda

Dicen que vieron a Marta 
con la luna de la mano.
que nueve años ha estado
durmiendo sobre su falda.

 

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