La escritura perpetua

Siempre Umbral

Francisco Umbral, que fue vanguardia permanente, defiende, claro, las vanguardias: “La vanguardia nace para sustituir a todo lo que hay, porque el hombre se ha fatigado de clasicismo como el XIX se había fatigado de romanticismo, y así sucesivamente

Hay que terminar la temporada como la empezamos: Hablando de Francisco Umbral. “Amado siglo XX”  es el último libro que Francisco Umbral escribió. Lo publicó en 2007, pocos meses antes de morir, y ahora lo reedita Austral. La última frase del libro es contundente, definitiva y tristemente clarificadora de lo que Umbral sentía y pensaba ya en ese momento: “Umbral contempló su obra con sosiego y se tumbó a descansar”.
        Es una obra memorialística que, ahora, con el paso del tiempo,  se considera el género que mejor cultivó Umbral,  genio de la palabra, inventor del lenguaje. Por las venas de Umbral circulaban palabras. Su corazón bombeaba sintaxis. Por eso su obra sigue tan viva. Este año ya se han publicado tres libros de Umbral -uno de ellos inédito-, y se anuncia otro, “Obra poética”, para septiembre. Porque Francisco Umbral, ya está dicho, escribe cada día mejor.
     Memorias. Umbral habla de política, de cine, de teatro, de literatura, de vanguardias y de periodismo, y hay muchas negritas, aunque sin negritas, es decir, mucho nombre propio. Resultan especialmente brillantes los capítulos referidos a Eugenio D'Ors, el gran glosador -aquel día que se desmayaba y exclamó: “ay, que me desgloso!”-, y el dedicado a la muerte -sucedió en 2005- de Eduardo Haro Tecglen, el gran crítico de teatro -nos aproximamos al aniversario de su fallecimiento, en octubre, y nadie se acuerda ya de Haro-.
     Francisco Umbral, que fue vanguardia permanente, defiende, claro, las vanguardias: “La vanguardia nace para sustituir a todo lo que hay, porque el hombre se ha fatigado de clasicismo como el XIX se había fatigado de romanticismo, y así sucesivamente. Las vanguardias no son creacionismo caprichoso, sino creación y robo,  aprovechando la oscuridad de la luna más que su luz”, escribe. Están también Miguel Mihura, Ionesco, el teatro del absurdo, y hay cine, mucho cine. “El cine, pues, es un segundo nacimiento de las cosas y, en este sentido, un Renacimiento (…) El cine es la mayor alucinación que ha padecido el hombre en la Tierra, pero también es el reflejo más realista que puede darle su propia vida”.
     La prosa de Umbral va y viene de la reflexión profunda a la anécdota, muy en plan Umbral. Como cuando cuenta la forma en la que Agustín de Foxá explicó su posición política: “Yo soy conde, soy embajador, soy rico, soy famoso, soy escritor, y todavía me preguntan que porqué soy de derechas”.  Y escribe finalmente Umbral: “Este libro, que despide el siglo XX y sin duda me despide a mi”... Siempre Umbral. Colosal. Único.

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