Curioso Empedernido

Guido Sincrónico

Sincrónico era incansable en su permanente búsqueda de encontrar mágicos caminos en los que descubrir nuevas experiencias. Su mente práctica, estaba siempre dispuesta a salvar cualquier escollo

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Guido, no se parecía en nada al señorito andaluz que nos retrataba Antonio Machado,  procuraba para hacer honor a su apellido, realizar  lo adecuado en el momento oportuno. No siempre era posible, pero lo intentaba, aunque en ello le fuera la vida, porque para él, la palabra era su bien más preciado...         

Cuando afrontaba problemas y conflictos que parecían irresolubles, solía dejar que las aguas volvieran a su cauce por si solas, lo que sin duda era un arte complicado y difícil. Esa habilidad entre la sabiduría árabe y la tenacidad castellana, le proporcionaba un cierto aire épico, que no podía explicarse en poesía ni en prosa, y que terminaba convirtiéndose en la letra de algún cante perdido en esa mítica tierra de Andalucía.

Aquel año de 2013, casi en la prehistoria de las nuevas tecnologías y de la sociedad del conocimiento había comenzado con bien pie, pero sentía que se encontraba intranquilo ante los problemas que observaba y vivía. Ni discutía con nadie, ni pretendía llamar la atención y aunque procuraba evitar las situaciones de tensión, no descartaba ninguna opción.

Sincrónico era incansable en su permanente búsqueda de encontrar mágicos caminos en los que descubrir nuevas experiencias. Su mente práctica, estaba siempre dispuesta a salvar cualquier escollo, y ante las dificultades para abordar cualquier proyecto sabía que cuando una idea no tiene presente, es casi imposible que tenga futuro.

En muchas ocasiones dudaba entre si sus pasos no tenían peso o su peso carecía de pasos, pero ante las barreras que debía superar, casi siempre se preguntaba como resolverlos y quien podía ayudarle, tratando de mirar el lado positivo  y analizando en que había podido fallar.

Ante cualquier contrariedad  solía mostrar una actitud conciliadora, y huía de ser agresivo o de sacar los trapos sucios que cada cual guarda en el baúl. Actuaba con cautela y prudencia, y no ignoraba que no podía hacer planes de futuro basándose en situaciones ficticias y diagnósticos erróneos.

GS atravesaba un buen momento, pero no podía confiarse y era conocedor de que cuanto más se arriesgara más posibilidades tendría de triunfar.En su tesitura, es posible que sobraran las preguntas y faltaran las respuestas.

Tal vez aquel momento de su vida era una buena ocasión para demostrar su valía y su capacidad, lejos de misterios y conspiraciones, él era una persona juiciosa y crítica, que no gustaba de jugar con fuego inútilmente ni apostar a la ruleta rusa sin la seguridad de que el  revolver no tiene balas.

No soportaba la mala educación, ni aquellos impertinentes que en momentos de debilidad se les soltaba la lengua en un afán de buscarse enemigos sin ton ni son o demostrar que casi nunca se es lo suficientemente estúpido para perjudicarse inútilmente.

Nuestro personaje hacía gala de su sobriedad lo que le incrementaba su natural elegancia, y aunque como cada hijo de vecino estaba lleno de contradicciones, en su equilibrio y sensatez , en el que existían pocos seres geniales pero escaseaban los locos , siempre había el objetivo de que cada cual consiguiera o se fabricara su particular nirvana.

Había aprendido a perder ganando, ya que ganar perdiendo le había enseñado que algunas victorias se pagan caras.

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