El joven artista, heredero de una amplísima tradición cantaora, fue ofreciendo a lo largo del concurso sus cantes más representativos, la mayoría de los cuales le llegan a través de su padre, el cantaor Canela de San Roque.
Es precisamente en los cantes por soleá y bulería por soleá donde José Canela destila el más arraigado sonido mairenero heredado de su tradición familiar, a la que imprime pinceladas de la riquísima idiosincrasia cantaora de San Roque. A ello le unió la interpretación de la caña y el polo, dos de los palos matrices y básicos del flamenco.
El sanroqueño estuvo sublime, manteniendo la coherencia de su trayectoria flamenca, y alzando el estandarte de sus cantes en un festival claramente marcado por los palos levantinos, pero donde existe un espacio para los cantes matrices.
Y aquí fue donde José Canela demostró que se trata de uno de los jóvenes valores más importantes con los que cuenta actualmente el flamenco, portador de una herencia cantaora que se remonta al sanroqueño Perico Montoya, y que atraviesa toda su tradición familiar pasando por influencias notorias de otros sonidos como el de Antonio El Chaqueta o Perrate.
Su proyección viene reflejada en la multitud de éxitos que ha acumulado en los diversos certámenes flamencos en los que ha comparecido, haciéndose con premios como el de Antonio Mairena en el grupo A y B, premio Camarón de la Isla, Premio Nacional de Cantes de Cádiz,Premio Joaquín de la Paula, la Silla de Oro de Leganés, el premio Antonio el Chaqueta, el de Alhaurín de la Torre o el Premio Nacional de Sevilla para los jóvenes valores, al que se une ahora también el del Festival Internacional de Cante de las Minas.
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