Actriz y directora teatral, llegó a la capital a los 18 años para estudiar Magisterio de Música y descubrió en la Universidad de Jaén a la compañía In Vitro Teatro, con la que dio sus primeros pasos sobre las tablas y a la que ahora ha vuelto, coincidiendo con el 20º aniversario fundacional.
Rocío Ábalos (Priego de Córdoba, 1980) lleva dos décadas subiéndose a los escenarios, también de la mano de las compañías teatrales Small Clowns y Baraka Project, de la que forma parte, con comedia y personajes dramáticos. En obras teatrales como ‘Marat Sade’, ‘La vida de Chomino’, ‘Bernarda Alba’ y ‘Lombrices’ ha llevado a escena la base de su trabajo como actriz, la investigación y experimentación, apostando siempre por el teatro como “un arte vivo”.
“Di el salto de espectadora a actriz porque buscaba maneras distintas de expresarme, de reivindicar. Venía de la música, con la que te expresas a través del instrumento, pero en las Artes Escénicas el instrumento eres tú, en cuerpo y alma”, confiesa.
Y así es ella sobre las tablas. “En el escenario lo doy todo, más que en mi vida cotidiana porque de no ser así no haría teatro. Es como una droga porque cuando lo pruebas, te vuelves adicta. Experimentas sensaciones brutales. Me gusta mirar al público, sorprenderlo”, dice.
Prepara el salto a la dirección, tras años adquiriendo herramientas que le han permitido especializarse como actriz en el teatro físico, experimentando con su voz y cuerpo para expresarse.
Máster en Investigación en Artes y en Dirección Escénica, reconoce que necesita probarse como directora. “Será mi autoevaluación. Busco experimentar. Como directora, me importa que el público reflexione y reinterprete su propia versión de la temática que plantee la obra. El día que estrene quiero estar orgullosa”, dice.
Trabaja en dos proyectos, una comedia con dos personajes y una obra de Shakespeare, a gran escala, para llevarla al teatro físico, como directora. Antes, ha de crear su empresa teatral, cuyo horizonte previsto era 2020, un año que da por perdido ante la crisis por la pandemia del Covid-19.
Pero es optimista. “Cuando hay un estado de crisis, siempre hay una efervescencia, una manera distinta de expresar las cosas. Tengo esperanza de que el paradigma del teatro cambie, resurja. Necesitamos una efervescencia nueva. Es el momento de ponernos en juego como creadores”, valora, siendo consciente de que “la industrial teatral se va a ver afectada”.
Dice: “Esta parada va a ser positiva porque las mentes se van a poner en funcionamiento y surgirán nuevas dramaturgias y formas de expresión teatral”. En tiempos de confinamiento “la cultura está siendo fundamental y se está comportando como siempre lo ha hecho, respondiendo de forma inmediata a una situación inesperada, sin quedarse parada”, señala.
Ha aplazado numerosos proyectos y espera tener pronto certidumbre sobre el regreso a la actividad cultural. El 18 de abril iba a poner en escena su primer trabajo como directora, una escenificación de teatro de trinchera en el marco de la recreación de la Batalla de Lopera.
Su vuelta a las tablas con In Vitro Teatro y la obra Marat Sade, que iba a girar por Andalucía con el programa ‘Aulas de Teatro Universitario’, se ha pospuesto. “El regreso a la compañía ha sido como vivir dos vidas en paralelo. Vuelvo con recorrido profesional y me ha removido mucho. Soy una enamorada de Marat Sade porque es una apelación a la conciencia”, reconoce.
Confía en un regreso a los escenarios con butacas llenas de público, evidenciando una respuesta social de “mayor concienciación de apoyo al sector”. Termina: “Al público hay que darle posibilidad de elegir. Cuando te diriges a él tienes que conocerlo muy bien, sorprenderlo. El de Jaén es fiel y agradecido”.
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