La nueva presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, ha repetido hasta la saciedad con motivo de su toma de posesión, que no hay tiempo que perder, lo cual parece indicar que se pretende recuperar en su caso el tiempo perdido. Como hemos venido defendiendo, una de las asignaturas pendientes que ha tenido el gobierno de la Junta en sus últimas etapas y que pensamos que es una situación que con urgencia debe cambiarse, es el nivel de interlocución con la ciudad de Jaén. No se trata ya de lo que en justicia corresponde a la ciudad de Jaén en los presupuestos de la Junta, que habrá que ver si en el nuevo gobierno hay una mayor apuesta para romper una inercia muy desfavorable, sino poder orden en las relaciones. Es fácil entender que son tiempos difíciles y que la deuda histórica que el gobierno andaluz tiene acumulada con la capital jienense no se va a poder satisfacer en su totalidad, pero debe partirse del reconocimiento del retraso al que se ha ido condenando a los jienenses y de la que solo los políticos son los responsables. Bueno, no, los políticos y esta ciudad nuestra que siempre ha sido muy conformista y que ha permitido a los gobiernos un continuo maltrato. La flamante presidenta tiene ahora la oportunidad de ganarse a una ciudadanía desconfiada porque ha visto fracasadas las expectativas de su tierra. Otras capitales han dado un paso al frente gracias al oxígeno permanente de la Junta, en cambio a Jaén se le ha negado sistemáticamente la ayuda para dar un impulso de modernidad. Está casi todo por hacer, por eso es tan relativamente fácil sellar un pacto por Jaén.
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