Sin duda, una festividad del Corpus atípica y que quedará para el recuerdo, aunque la Catedral de La Merced volvió a llenarse un año más de fieles y se vivió un momento de gran emoción en el porche del edificio mercedario.
Aunque sin procesión por el coronavirus, el obispo de Huelva, José Vilaplana, presidió este domingo la celebración de la Solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Cristo en la Santa Iglesia Catedral y después bendijo a la ciudad con el Santísimo desde la puerta de La Merced.
En su homilía, el obispo ha invitado a “contemplar la eucaristía como pan de vida, pan de comunión y como vida en Cristo, que nos da la sorpresa de que él, que es alimento, se nos hace mendigo en los necesitados”. Todo ello, “nos librará de la autosuficiencia, del individualismo y de la indiferencia”, ha añadido.
Así, se ha referido a que “la eucaristía es inseparable de la caridad” y ha hecho énfasis en esta idea al celebrarse también este domingo el Día de la Caridad y por el contexto actual: “Una caridad que este año se hace más urgente, para que como Iglesia y como sociedad podamos socorrer a los que, con motivo de esta pandemia, han quedado despojados de su trabajo y más cargados de necesidades”.
Este año, debido a la crisis del Covid-19, no ha habido procesión, por lo que el obispo, al finalizar la eucaristía, se ha dirigido con el Santísimo Sacramento a la puerta de entrada de la Santa Iglesia Catedral y ha bendecido a toda la ciudad.
La celebración ha tenido lugar en fase 3 de la desescalada, lo que supone que aún hay limitaciones en el aforo permitido, de ahí que sólo estuviera autorizado la presencia de un miembro por cada hermandad, asociación eucarística o delegación diocesana, así como una representación de autoridades civiles y militares. Del mismo modo, el uso de mascarillas ha sido obligatorio.
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