Hace unas semanas estos renglones se ocupaban de los días dedicados. Si la memoria no hace de las suyas, uno de los primeros fue el de la mujer, aunque aquel se extendió a un año con internacionalidad, para quedarse posteriormente en una jornada. Desde entonces vienen dedicándose y hasta compartiéndose, porque no deben de quedar muchos libres. Si echamos un vistazo al calendario de días internacionales nos llevará tiempo leerlo al completo y nos preguntaremos cuál es la razón de tal o cual dedicatoria. La respuesta es la vinculación con los campos de acción de las Naciones Unidas al objeto de sensibilizar la opinión pública.
Es lo lógico y razonable. Lo que ya nos descuadra un poco es encontrarnos con un día dedicado al lápiz de labios, si es la primera vez que leemos el titular. Vamos a la Web y después de desenredarnos, concluimos en que puede haber varias razones y una de ellas va mucho más allá de la estética. Su identificación con la mujer define que el hecho de pintarse los labios es enfocar y a la vez propagar a todo el cuerpo la luz tan especial que aporta la seguridad de una belleza particular e inimitable.
En las entradas que recogen el tema hay una referente a la popularidad que ha adquirido desde que fuera comercializado hace poco más de un siglo por Guerlain, la firma francesa de perfumes que luego se amplió a la cosmética. Sin embargo, hay un dato muy significativo y es su relación con la liberación femenina durante la Segunda Guerra Mundial, tiempo en que las mujeres aceptaron ponerse ropa de trabajo y acudir a las fábricas sin renunciar a pintarse los labios. Fue su particular resistencia, dice el artículo. Les hizo falta voluntad y valor en un tiempo donde la economía se encontraba a ras de suelo, sin tener dónde agarrarse para salir adelante. El color en los labios fue motivador, un incentivo para tragarse la tristeza por la penuria y seguir en la brecha echándose a la espalda la carga de los días.
Al leer en la prensa la efeméride, si hubo una evocación tendente a la superficialidad se desvaneció al conocer los motivos, concluyendo en su importancia a lo largo de este siglo de existencia. La jornada comenzó con la frase acuñada por Audrey Hepburn: en un mal día siempre hay un lápiz de labios. Y este veintinueve de julio no pudo tener mejor despertar.
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