Hace tres meses aproximadamente que la televisión volvió a apostar por los programas de libros pero de una forma diferente. Pagina dos y la mitad invisible, ambos de la televisión pública, ya llevan tiempo en antena sin caer en el cansancio. El primero es como un catálogo visual y el segundo es más intenso, tirando a documental. Ambos son estupendos y a ellos se ha sumado otro que ha satisfecho bastante. Con diferente formato, más fresco y cordial se ha asomado “Convenzeme” un domingo tras otro por el canal Be Mad, del grupo Mediaset.
Desde noviembre hasta ahora, en una librería y grabados con móviles, unos lectores anónimos han hablado de dos títulos, uno lo han recomendado y el otro no. Presentaban la cara y la cruz, sus puntos de vista con una “Z” de Zweig de distinto color, ante la atenta mirada de Mercedes Milá, el enlace con el espectador y seguidora de la obra del escritor austríaco judío.
Enérgica a veces, con ese punto atrevido y al mismo tiempo apasionado que la hace tan especial, siempre atenta a los invitados que con ella se han sentado, ha conducido un programa distinto, original, que trata de lo que nos une, la palabra escrita. Su pasión por la lectura ha resultado contagiosa, al menos ese ha sido el objetivo del espacio como reza al final de una entrevista, además de comprobar que la mejor publicidad es el mensaje boca-oreja. En realidad, cuando leemos nos apresuramos a recomendar -o no- ese título que tanto se ha vendido, o bien invitamos a la relectura.
El programa nos ha servido para comprobar que se lee bastante a pesar de que las estadísticas indiquen lo contrario, que los jóvenes mueren por Madame Bovary, se estremecen con Guerra y Paz y veneran la Divina Comedia, que se siguen comprando libros aunque las ventas se resientan por las descargas digitales, que también hay escritores que no tienen inconveniente en recomendar otros títulos. Pero sobre todo, el programa ha mostrado el lado apasionado de Mercedes Milá, el que descubrí cuando conducía el programa “Queremos saber”, que nada tiene que ver con aquel de Antena 3 íntimamente ligado al enfado de Umbral.
Patrocinado por Ediciones Anaya, tras las noticias de las diez, la joven periodista enganchaba su voz a las ondas de Radio Nacional. Era un programa de literatura, de libros de texto, de novelas y de autores, que transformaba la noche del domingo en un espacio interesante, emocionante, abrigado por la ilusión y las sábanas, porque lo escuchaba con la luz apagada y los ojos cerrados, pues la imaginación, inducida por sus palabras, espantaba mi sueño.
Su hora de duración nunca ha vuelto a ser tan corta, por eso la despedida me sorprendía pero al mismo tiempo me convocaba para el domingo siguiente. Hace casi cuarenta años de esto. Tal vez la poca edad o porque era el tiempo en que descubrí la radio, el caso es que Mercedes Milá siempre va unida a aquellos momentos nocturnales.
Este domingo se despide su programa de libros, otro que termina, otra etapa que cierra en su carrera, una etapa breve que no sabemos si continuará, una etapa en la que he visto a la joven periodista que imaginé entonces, transmitiendo el mismo entusiasmo e ilusión por la lectura. Qué grato resulta recuperar un recuerdo. Inmune al olvido, vivo en el tiempo.
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