Eutopía

In Memoriam

El respeto de la mayoría hacia lo que se señala como ‘minorías’ no es una concesión, un salvoconducto arbitrario, un guiño temporal del progresismo...

Publicado: 08/07/2018 ·
19:13
· Actualizado: 08/07/2018 · 19:13
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Autor

Belén Ríos Vizcaíno

Belén Ríos es trabajadora Social. Profesora de la Universidad de Huelva.

Eutopía

Activista Feminista. Compañera partícipe de la Defensa de los Derechos Humanos y Movimientos LGTBIQ

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Lo confieso. Amo la Poesía. Y logro emocionarme hasta cotas insospechadas, incluso para mí misma, cuando unos versos son capaces de transformar cualquier estado, de explicar lo inabarcable, de darle voz al silencio, de levantar lo inanimado… ¿Y qué decir cuándo la trayectoria vital de una persona se convierte en poema mismo? ¿Cómo expresar la deuda de quienes han pasado allanando los caminos para el resto? Los referentes son incontables. Por eso el Mundo continúa, a pesar de los pesares, superando obstáculos, deshaciendo trampas, desoyendo provocaciones incendiarias…No es redundante decir que la ‘Vida’ lucha con todos sus medios para seguir viviendo en un contexto dónde la muerte grita. Cada ser humano que rechaza el abrazo cómodo de la resignación y se encara contra la injusticia y la dominación, apuesta por la continuidad de la Humanidad. Como expresaba el poeta Walt Whitman: “No permitas que nadie te quite el derecho a expresarte, es casi un deber. No abandones las ansias de hacer de tu vida algo extraordinario”. Pedro Zerolo, político socialista y activista de los derechos sociales en su conjunto, y especialmente de los movimientos de diversidad afectivo-sexual, no pudo vencer el 9 de junio de 2015 la batalla a la enfermedad física, pero sí pudo debilitar y arremeter con sus palabras, denuncias, reivindicaciones y actos otro tipo de patologías verdaderamente perniciosas y concomitantes para la sociedad: la Homofobia, Bifobia y Transfobia… Él entendió bien ese canto respecto a la esencia misma, que le conecta con el poeta: “No podemos remar en contra de nosotros/as mismos/as. Eso transforma la vida en un infierno.” No podemos permitir, ni por un instante, que ese cubo asfixiante de la ‘no igualdad’ nos atrape y fagocite el derecho a SER. El respeto de la mayoría hacia lo que se señala como ‘minorías’ no es una concesión, un salvoconducto arbitrario, un guiño temporal del progresismo… Es una obligación humana, un principio inviolable, inherente desde nuestra individualidad y como seres sociales, que tienen que velar y proteger la convivencia y la diversidad. No hay refuerzos por ‘buena conducta’ u otorgamiento de conceptos judeocristianos que giren entorno a la culpa, al perdón o aceptación con cláusulas para quienes aman y se unen a otras personas saltando las fronteras impuestas sobre el sexo-género… Vergüenza debería darles a quienes en nombre de reglas y dogmas son capaces de negar y vulnerar los derechos fundamentales. Arránquense sus crucifijos, sus estrellas y lunas, sus ruedas de dharma... Quemen sus libros devocionales. Destruyan sus programas políticos. Olviden sus plegarias o mantras… si eso les lleva a aceptar la discriminación de las personas por su orientación afectiva-sexual ejercida con libertad y desde el respeto absoluto.  No recen por las ‘ovejas perdidas ni las multicolores’ sino por los ‘pseudoprofetas’ y el pueblo resignado. Recen por sus corazones de piedra y desechen los reflejos áridos de naturaleza muerta. Y para quienes aún el miedo les detiene, o para ti incluso que me lees, recuerda: “Piensa que en ti está el futuro y encara la tarea con orgullo y sin miedo […] No permitas que la vida te pase a ti sin que la vivas”.

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