Estamos ante la suprema incoherencia de las gentes para quienes este tipo de negocios no se hace pensando en eso tan anticuado como el bien común o los intereses generales. Personalmente, me trae sin cuidado cualquier dirección que tomen estas cosas y supongo que lo mismo les ocurre a los millones de ciudadanos que con ello ni se meten ni se sacan nada de los bolsillos. Pero si nos ponemos a politizar las cosas, entonces me parece que habría mucho que decir. Como de lo de Sacyr y Cascos, por poner un ejemplo malo.
Supongamos que los escrúpulos en lo de Repsol vienen del hecho de que la Rusia de Putin no es un modelo de respeto a los derechos humanos. Claro. Pero, vaya por Dios, ahorita nos preocupa mucho eso de los derechos humanos. Nos preocupaba mucho menos a quienes durante años, y desde los inicios, han estado apoyando o haciendo oídos sordos, a la política USA de Bush en los bombardeos y la invasión de Irak, en las torturas de Abu Graib o en el monumento antidemocrático y demoledor de Guantánamo.
No recuerdo que los tales exhibieran muchos escrúpulos para negociar con los responsables ni pusieran peros a cualquier tipo de compraventa o de negocio con los mismos. Claro, claro, esto es demagogia, lo suyo es teología de la buena. Pero sigo pensando que en todos los casos sería bueno que las empresas españolas estratégicas, e incluso no tan estratégicas, siguieran siendo españolas. ¿Cómo se quedan los tales? Ya me lo comunicarán, porque ardo en deseos de saberlo.
Envía tu noticia a: participa@andaluciainformacion.es