La agencia australiana de noticias AAP, que cita a las autoridades locales, asegura que el número de víctimas aumenta conforme los equipos de rescate remueven las cenizas, de zonas antes residenciales y que han quedado reducidas a cenizas por las llamas. Veintiocho fuegos siguen activos en Victoria entrada la tercera noche, pero preocupan especialmente a los bomberos tres frentes que amenazan varias zonas habitadas, el de Churchill (sureste), el de Beechworth (noreste) y el de Taggerty (noreste).
El departamento de Defensa australiano ha enviado un equipo especial de 200 miembros de los ejércitos de Tierra, Mar y Aire para participar en las tareas de contención, en las que participan 3.000 bomberos y miles de voluntarios.
Unas 5.000 personas se han registrado como evacuados, mientras que centenares más moran en sus coches o establecimientos comunitarios.
Han comenzado a brotar ficciones entre las personas desplazadas y los cuerpos de seguridad porque algunos ciudadanos quieren regresar a sus casas para ver qué ha pasado.
El subdirector de la Policía de Melbourne, Kieran Walshe, explicó que no podían permitir regresar a los desplazados hasta que se tenga la certeza de que no hay más muertos en esos lugares, y hasta que los equipos forenses y los investigadores hayan tomado todas las pruebas que necesitan.
La Policía de Victoria cree que varios de los incendios fueron provocados y tratará todos los lugares arrasados por las llamas como escenarios de un crimen, aunque no hubiera muertes allí.
En Nueva Gales del Sur, un hombre de 31 años y un joven de 15 han sido acusados de haber encendido dos fuegos.
“¿Qué puedes decir sobre alguien así?. No hay palabras para describirlo, es un asesinato en masa”, declaró por la televisión y visiblemente emocionado el primer ministro de Australia, Kefin Rudd, sobre los incendios intencionados.
Rudd anunció que el Ejército desplegará 600 tiendas de campaña para acomodar temporalmente a los evacuados, mientras que los servicios sociales han comenzado el reparto de ayuda humanitaria a los damnificados.
Las ayudas económicas para los afectados no han parado de crecer, y se unen al fondo de diez millones de dólares australianos (6,7 millones de dólares) que el Gobierno anunció el domingo para los afectados.
Varias cadenas de supermercados entregarán los ingresos de un día a las víctimas, mientras que el Servicio de Correos donó un millón de dólares australianos.
A la campaña de solidaridad se han sumado todos los gobiernos estatales de la Federación de Australia, y también el Gobierno de Nueva Zelanda.
El Ejército de Salvación, que abrió una bolsa especial para las víctimas, ha recibido donaciones por valor de dos millones de dólares australianos (1,34 millones de dólares) en menos de 24 horas.
“Esto es sólo el comienzo. Yo le digo al pueblo de Victoria que Australia está con vosotros y vamos a reconstruir las comunidades (destruidas)”, prometió el primer ministro australiano.
Mientras en el sureste se combate las llamas, en el norte del país sufre graves inundaciones producto de diez días de copiosas precipitaciones. En el Estado de Queensland se han dado por desaparecidas tres personas, entre ellas un niño de cinco años.
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