Ayer hubo votaciones en el Congreso que dieron algo de claridad -dentro de la absoluta oscuridad - al panorama político español. En una, PP y PSOE votaron juntos contra los nacionalistas y con la abstención de Podemos. En otra, Vox bloqueó frente a todos los grupos una propuesta asumida por el resto de los grupos políticos.
El primero era un tema delicado que salió en campaña, durante el bullicio -y algo más- callejero catalán con el llamado “tsunami democrático” detrás, dando instrucciones desde paraísos digitales, situados en servidores de internet, incontrolados e incontrolables, y fuera del alcance de las autoridades españoles y europeas. Todo el mundo es consciente de que Puigdemont desde su residencia en Waterloo es la mano que mece esa cuna. El Real Decreto-Ley que aprobó el Consejo de Ministros y que ayer convalidó la Diputación Permanente del Congreso de los Diputados quiere acabar con el desarrollo de la administración digital, obligando a que todos los servidores de las administraciones públicas “estén en la UE y no en paraísos digitales”. Blanco y en botella, el Real Decreto lo que pretende es acabar con la posibilidad de que una comunidad autónoma, es decir Cataluña, pueda sacar adelante su proyecto de República Digital. Había un peligro añadido, la disposición por parte de la citada administración autonómica de datos personales de toda la población catalana para hacer documentos de identidad propios de la comunidad autónoma.
En la otra votación -abortada - fue Vox el que -como ya ha sucedido en autonomías y ayuntamientos- ha impedido una declaración institucional contra la violencia de género. La Diputación Permanente, como el Parlamento de Andalucía, tenía preparado un texto de condena tras la celebración del Día Internacional por la Eliminación de la Violencia contra la Mujer con el compromiso firme para la erradicación de la violencia de género contra las mujeres, su profundo rechazo a las agresores machistas y asesinos y el apoyo total a las mujeres víctimas y a sus hijos e hijas. Todo el mundo sabe que el silencio resulta cómplice. Las barrabasadas de Vox no terminan ahí. También se han opuesto a un texto que conmemora el Día Universal de los Derechos del Niño. De Vox no se libra nadie. Ni mujeres, ni niños. De la actuación de Ortega Smith -reprobado ayer en el ayuntamiento de Madrid- se ha asustado hasta Ciudadanos.
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