El mismo día que el Tribunal Supremo de España producía el mayor y más bochornoso espectáculo hasta ahora conocido de esa instancia judicial en tierras norteamericanas se producía, al fin, la deseada reacción del pueblo norteamericano para balancear y reequilibrar el reparto constitucional de sus centenarios poderes.
La decisión del Supremo sobre las hipotecas ha causado un profundísimo rechazo de los consumidores, pero no sólo de ellos. Parecía significar un soplo de alivio y de justicia de dimensión histórica. El cambio de criterio -tan ajustado como que ha sido de 15 a 13- no afecta solo a los pasados o futuros usuarios de las hipotecas sino a la credibilidad completa del citado tribunal. El desconcierto ha afectado hasta a los propios bancos, porque algunos ya tenían preparados los nuevos impresos asumiendo los gastos, al menos inicialmente. Las Comunidades Autónomas también respiran aliviadas - más allá de lamentos de cara a la galería- porque se ahorran devoluciones millonarias, para las que el ministerio de Hacienda tenía preparado planes de contingencia.
El bochorno es para el conjunto del sistema judicial que transforma una sentencia firme en un acto parcial que afectará sólo a las encausadas por la sala que cambió la doctrina jurídica tradicional del tribunal pero no a la generalidad de las antiguas sentencias -no hay efectos retroactivos- ni a las nuevas y futuras - se queda todo como antes de la sentencia que dio esperanzas a los ciudadanos-. El gozo del pobre ha durado un cuarto de hora. El triunfo de la sociedad de viviendas del Ayuntamiento de Rivas Vaciamadrid se queda en eso, en un pírrico éxito local pero no en un triunfo global contra la banca y sus conocidos abusos. Así que la sentencia tendrá que hacer un equilibrismo jurídico de nota.
Mientras que aquí los varapalos judiciales desde el exterior no cesan, la credibilidad del Supremo para los trascendentales procesos que se avecinan se pone bajo cero. Menos mal que los americanos dan a la democracia una segunda oportunidad. Los demócratas se hacen con la mayoría de la Cámara de Representantes, que se elegía en la totalidad de sus 435 diputados y con carácter proporcional, mientras que el Senado sólo renovaba un tercio y seguirá afecta a Trump. Sin duda el extremismo del presidente va a verse afectado por la mayoría demócrata en la cámara de representación popular, que le ha vuelto la espalda.
Envía tu noticia a: participa@andaluciainformacion.es