El Loco de la salina

La vergüenza de los okupas

Solo hay una manera de que este problema se acabe. Y es, cuando a alguno de los que dictan las leyes, le toque el marrón en su propia casa.

Publicado: 16/08/2020 ·
18:58
· Actualizado: 16/08/2020 · 18:58
Autor

Paco Melero

Licenciado en Filología Hispánica y con un punto de locura por la Lengua Latina y su evolución hasta nuestros días.

El Loco de la salina

Tengo una pregunta que a veces me tortura: estoy loco yo o los locos son los demás. Albert Einstein

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Ya sé que el cerebro de los locos no funciona con normalidad, pero es que, cuando vemos lo que ocurre ahí fuera, dudamos de si los locos somos nosotros, o los que nos tienen aquí encerrados en este manicomio.

Mi dañado cerebro me dice que, si a mí me quitan algo que es mío, lo rajo de arriba abajo, e incluso la poli me ayuda a recuperarlo. Sin embargo, estamos viendo que los okupas llegan, se meten en mi casa, que es mía, me la roban siendo mía, reclamo lo que es mío y me dicen que, aunque la casa es mía, ya no es mía, y además no los puede echar nadie, porque ellos tienen sus sagrados derechos y la ley los ampara. De verdad, conteste con la mano en el pecho. ¿Somos nosotros los locos? Con lo fácil que es hacer una ley que diga más o menos: “Todo el que ocupe una vivienda ajena por la misma cara tendrá 10 minutos escasos para desocuparla”. Punto final. Teniendo la multitud de políticos que tenemos, bien pagados, bien bebidos, bien recompensados en dietas y en otras muchas ventajas, ¿no hay uno que proponga esta simple ley? Aquí a los okupas se les dan pares y nones, se les advierte, se habla con ellos, se les intenta convencer, se les suplica, se entra en el juego de los abogados, de los dimes y diretes…, y al final se les dice a los legítimos dueños que a joderse tocan y que hay que esperar. ¿Esperar qué? No lo comprendemos. Lo que está claro es que aquí alguien ha perdido la vergüenza. La gente está reaccionando y, ante esa actitud pasiva, ya está tomándose la justicia por su mano.  

Pero eso a nosotros los locos no nos lo hacen. Primero, porque estamos deseando que vengan, que ocupen nuestro sitio, que nos roben nuestra propiedad incluido el patio y que a nosotros nos dejen en la calle disfrutando de la ansiada libertad que nos quitaron. Segundo, porque aquí hay algunos que tienen un sentido muy estricto de la propiedad y se van para el okupa, le pegan un ladrillazo en todo lo alto del coco que no vuelve a por otro, o lo cogen por las partes blandas y el tema se acaba entre gritos de dolor y ya no lo haré más. Es seguro que la voz se corre entre los okupas y ya no vuelven a meterse en nuestro manicomio ni aunque les regalemos todas las llaves.

Sin embargo pensamos que esto no va a cambiar fácilmente. Solo hay una manera de que este problema se acabe. Y es, cuando a alguno de los que dictan las leyes, le toque el marrón en su propia casa. Entonces, ya lo va a ver claro. Pero estos políticos se rodean de guardias civiles y de policías que impiden cualquier movida de ocupación de sus magníficas casas. Si con la misma rapidez con que se han blindado contra los okupas, sacaran la breve ley que les he dicho, esto se terminaba de raíz.

En fin, que España, en este tema y en otros muchos más, es una auténtica casa de locos. Podrá llegar un momento en que una casa sea del primero que la vea, o del primero que se meta dentro. Puede que esta sea la solución, por lo menos para que los okupas no puedan tampoco estar tranquilitos, ya que los legítimos dueños, incapaces de coger el sueño ante un robo tan descarado, y, puestos a no dormir, aprovecharán la noche para apoderarse a las bravas de lo que es legítimamente suyo.

 

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