El Loco de la salina

Ya está aquí el fuego

Dice que Zacarías, cuando nació su hijo Juan, mandó encender una hoguera para anunciar a los cuatro vientos el nacimiento de su hijo.

Publicado: 22/06/2020 ·
13:53
· Actualizado: 22/06/2020 · 13:53
Autor

Paco Melero

Licenciado en Filología Hispánica y con un punto de locura por la Lengua Latina y su evolución hasta nuestros días.

El Loco de la salina

Tengo una pregunta que a veces me tortura: estoy loco yo o los locos son los demás. Albert Einstein

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Ayer me estaba aburriendo tanto, que me dio por irme a la biblioteca a ver qué me encontraba. Los locos no le tenemos mucho cariño a la biblioteca, porque vemos allí tantos libros encerrados y sin libertad, que nos parece que reflejan nuestra propia vida. Y sin embargo, pienso que son precisamente los libros los que nos llevan en volandas por los mundos fantásticos de la imaginación. Bueno, pues entré despacito para no molestar, no sé a quién, porque no había nadie. Cogí un libro al azar y me tocó uno de filosofía. Me senté y aparecieron ante mí los filósofos más antiguos del mundo. Me puse a leer algo que logró captar mi interés.

Dicen estos señores que las fuerzas fundamentales de la naturaleza son: la tierra, el agua, el aire y el fuego y que designan las entidades últimas que constituyen la realidad material. De ellos dependemos los humanos. Son los cuatro elementos básicos para la vida. Lo de la tierra no me extraña, porque hay tierra para regalar. Es verdad, porque, cuando uno se asoma por la tapia, lo que abunda es la tierra, el campo. Hasta el horizonte todo es tierra, y mira que el horizonte está lejos. Después dicen que el agua. Es verdad, porque agua hay un montón. Abres cualquier grifo y lo que sale es agua. Vas al comedor y lo que sale de las jarras es agua. Si pienso en el mar, lo que veo es agua por todas partes. Pero esto no me los creo mucho, porque debajo del agua hay todavía más tierra. Tampoco creo que estos señores se calentaron mucho la cabeza cuando aseguraban que el aire es un elemento esencial de la vida. Pues claro, respiramos gracias al aire. Si ponemos el ventilador, lo que nos suelta es aire. Además, el levante y el poniente nos están diciendo cada dos por tres que eso es lo que hay. Lo que pasa es que, mientras lo dicen, nos están fastidiando. Y por fin, el fuego. Ahí sí que no estoy de acuerdo. No hay tanto fuego. Está en la cocina, en los mecheros y en el coco de los pirómanos, pero lo que se dice fuego en condiciones, poquito.

Bueno, estuve ojeando unas figuras de hombres con barbas que eran los que afirmaban todas estas cosas, cuando se me vino a la mente que en esta semana también habrá fuego en la Casería. Será la noche de San Juan. Del 23 al 24 de junio todos los años la gente enciende una buena hoguera y salta por encima del fuego. Se queman también muñecos y por lo que yo sabía antes de volverme loco, se celebra esa noche la aparición del día más largo del año y con mayor período de luz. Dejé a los filósofos a un lado y me fui directamente a ver las enciclopedias gordas. Allí lo explica mejor. Dice que Zacarías, cuando nació su hijo Juan, mandó encender una hoguera para anunciar a los cuatro vientos el nacimiento de su hijo. Extraña forma de celebrar algo, porque aquí ponemos farolillos y tocamos la guitarra. Y ahora, la gente en la Casería enciende lo que haya que encender porque así ha sido siempre. También dice que en el norte se encienden hoguera para animar al sol a prolongar su luz. Parece que es un día elegido para espantar los malos espíritus y romper con lo malo del año. ¿Cuántas hogueras habría que encender con todo lo que llevamos pasado este añito con la pandemia?

En fin, que ya está bien de filosofía por hoy.

 

 

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