Jordi Pujol

Vosotros, amigo Jordi, también habéis tenido hombres de letras, yo los admiro, pero lo vuestro de siempre ha sido el negocio y la sardana

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Jordi se queja de los andaluces porque acabarán destruyendo Cataluña y yo vengo al sur buscando a Andalucía. De momento nuestra postura no puede ser más contraria, lo empiezo diciendo. Mi padre era andaluz, hijo de manchego y esteponera, él de Sevilla, yo de la Mancha. Lo tengo bien difícil tan lejano de don Jordi. Jordi Pujol habla de los andaluces como poco hechos, un hombre que hace cientos de años que pasa hambre, algo así como que con escasez de alimentos se ha dañado su maduración y ahora ha ido a poner el huevo a Cataluña. Así resume la historia de Alandalus en dos brochazos; la capacidad de síntesis siempre ha sido de muy inteligentes o de todo lo contrario, sin término medio.

 

A Jordi le ha preocupado siempre Cataluña: se metió en su envoltura y se lanzó a la gloria como en la carcasa de un cohete. Otra síntesis. En el 77 quiso apañar su sueño de naci sesudo publicando artículos y veinte años después escribe a un ayuntamiento de Cádiz excusando algunos párrafos. Había descubierto que los andaluces en el trabajo catalán representaban votantes, antes no se había fijado. Ahora en campaña lo ha sacado todo Albert Rivera y ha calentado el ambiente. Jordi se acomoda siempre y dice que no pasa nada con lo escrito, no es muy listo; cambiar de opinión tan de súbito es muy sospechoso.

 

También tiene mala suerte, no hay duda; se hundió Hitler y lo dejó colgado y su amaestrado discípulo Mas está hecho pero muy deprisa, como el pan que se tuesta en exceso. Siguiendo sus teorías, me admira cómo dos puros especimenes de catalán discurren tan poco; Ciudadanos lo ha hecho con  pocas palabras, reproduciendo el texto en video y dejando aparecer a intermitencias algunos andaluces famosos desde Séneca. Ha bastado con eso para pinchar la burbuja. Vosotros, amigo Jordi, también habéis tenido hombres de letras, yo los admiro, pero lo vuestro de siempre ha sido el negocio y la sardana. Si fuera Andalucía tan maliciosa como tú, te diría que ‘estás poco hecho’, como si se tratara de pisar uvas.

 

Pero Andalucía tiene bastante con lo suyo; como pone tanto sentimiento, no le queda para otros y no es que sea abandonada, es que se da y ahí se queda. Y estoy seguro, Jordi Puyol, que si vinieras a esta tierra la  encontrarías madura, como lo son los que saben recibir a los de fuera. Tienen tanta conciencia de hogar que ceden el suyo sin temor. Tengo algún hijo también andaluz y muchos alumnos que forman un tesoro. Creo que no lo puedes entender, no te ofendas, lo juzgo por tus libros. Ni tampoco entiendes algo que yo aseguro: no hay duda que Cataluña ha ganado con la sangre andaluza. Andalucía no siente el separatismo porque no lo necesita. Su personalidad viene de cuando vosotros salisteis de ‘los carolingios’ por mal arraigados y parece que algunos encontráis lo mismo después de tantos siglos. ¿Qué hacéis, mi arma?  Quillo, espabilad que sólo vivimos dos días y los estáis malgastando en quejas de ombligo.

 

Ya sé que no aceptarás, pero yo te invitaría sólo una tarde a asomarte a la Alambra para que vieras el arte oriental elevado aquí de golpe y mejorada la luna en el jardín andalusí. Y a esos que tú encuentras ‘medio hechos’, chorreando la luz de mil atardeceres. El pueblo andaluz tiene su forma y su manera y no tiene tiempo de ocuparse de nadie. Te lo digo yo que vengo de arriba y quiero a mi tierra, pero vengo a buscar mis raíces y estoy contento  de hallarlas. No me amargues mi encuentro con el sur, Jordi Puyol.

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