Educar para el futuro

A respetar también se aprende. Si hay voluntad

En latín respectus significaba mirar algo de nuevo o lo que es lo mismo prestarle mayor atención y eso es lo que se hace con alguien cuando se le respeta

Publicado: 01/03/2019 ·
12:55
· Actualizado: 01/03/2019 · 12:55
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Autor

Antonio Monclova

Antonio Monclova es biólogo, doctor en prehistoria y paleontología, master en arqueología y patrimonio

Educar para el futuro

Análisis, crítica y reflexión sobre las necesidades pedagógicas de la sociedad para difundir el conocimiento y la cultura

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El respeto hacia una persona es un sentimiento positivo que conlleva aprecio y reconocimiento, debe ser recíproco y constituye un valor moral fundamental para garantizar la convivencia social. Respetar implica comprender y valorar los intereses y necesidades de la otra persona, aunque no implique tener que estar de acuerdo con ella en todos los ámbitos, se trata de no discriminarla ni ofenderla por cómo vive o por las decisiones que toma siempre que no causen daño o falte el respeto a los demás.

Respetar es ser tolerante con quien no piensa igual, es diferente o no comparte nuestros gustos e intereses. A veces oímos alocuciones tales como “debes respetar mi idea”, “mi opinión se merece todo el respeto”, “lo que yo digo es muy respetable” y un sinfín de frases semejantes.

Es evidente que respetar la diversidad de ideas no es lo mismo que respetar a todas y cada una de esas ideas, como también es evidente que no se deja de respetar la forma de ser o se pensar de una persona porque se discrepe del contenido de sus opiniones o actuaciones, a menos que esa persona intente imponerlas a los demás de forma artera, incluso cuando esta no sea violenta.

En latín respectus significaba mirar algo de nuevo o lo que es lo mismo prestarle mayor atención y eso es lo que se hace con alguien cuando se le muestra respeto, no basta con darle la razón en algo que no compartimos.

Por ejemplo si se mira una obra de arte con detenimiento no implica que nos agrade, porque el ser humano presta atención a lo que le suscita interés y no necesariamente por que le guste o esté de acuerdo con ello, por eso cuando se trata de personas el respeto es un reflejo de la empatía que sentimos por el otro, del interés que sentimos por él. Lo opuesto a respetar a una persona es insultarla, calumniarla, ridiculizar lo que piensa y lo que dice, ponerla en evidencia ante los demás y, en fin, dañarla.

Esto siempre ha sucedido, pero actualmente alcanza cotas nunca vistas en los medios de comunicación, aún más en las redes sociales y no digamos desde el anonimato. No piensen ni por un momento que esta ausencia del respeto solo es un producto de la mala educación de la gente, porque en los debates políticos e ideológicos se está faltando al respeto de una forma calculada, para defender intereses y acallar a quien disiente de lo que se intenta imponer.

Esta forma irrespetuosa de actuar se propaga como un virus contagioso entre personas que se valen de ella para alinearse con determinadas formas de progreso social, personas carentes de la capacidad crítica necesaria para dar una segunda mirada a lo que quizás merezca el respeto que le niegan por conveniencia. Cuando se está pidiendo tanto respeto desde todas partes, conviene recordar que para ser respetado es necesario saber respetar y a eso también se aprende. Pero solo si se pone voluntad.

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