No hay semana en que Urbanismo no apruebe proyectos de nuevos hoteles (como otro cuatro estrellas en los tradicionales Almacenes Arias de la calle Puente y Pellón) o de nuevos apartamentos turísticos (como los trece en la Plaza de Santa Cruz), de forma que Sevilla va ya camino de tener 230 establecimientos hoteleros y 3.500 pisos turísticos legales (al margen de la oferta irregular). En esta continua apuesta por el sector turístico, sostenido de momento por el ‘boom’ que vive una ciudad en la que se baten récord de afluencia cada temporada pero que implica un elevado riesgo en caso de una crisis que sacuda este monocultivo económico, llama poderosamente la atención la reciente decisión de la Fundación Cajasol de ir en sentido contrario a la tendencia.
Esta entidad no ha anunciado la conversión de su edificio Villasís, en pleno centro y con 4.300 m2, en un hotel de la máxima categoría, sino en un complejo de trabajo flexible (lo que en el mundo anglosajón se conoce como “coworking”) en alianza con IWG, multinacional líder de este sector, que gestiona más de cinco millones de m2 en todo el mundo. Esta decisión estratégica de la Fundación permitirá ofrecer espacios de trabajo compartidos y colaborativos a profesionales, emprendedores y empresas y generar un ecosistema para los negocios, con lo que contribuirá a la deseable diversificación económica del Casco Antiguo.
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