En un día de "perros", de lluvia e hipotermia colectiva que concluía en la Collada de la Gallina (Andorra), brillaron dos ciclistas italianos: Daniele Ratto (Cannondale) como vencedor en solitario de la etapa que entraba en Pirineos; y Vincenzo Nibali (Astana), más líder tras superar de nuevo a sus rivales directos.
Para temblar. La decimocuarta etapa de la Vuelta, la que estrenaba el tríptico pirenaico, fue un martirio para el pelotón. Lluvia constante y frío como compañeros de viaje desde la salida en Bagá hasta la meta andorrana. La factura fue tremenda: 14 retirados en la etapa, la mayoría por hipotermia, entre ellos nombres ilustres, como Luis León Sánchez, Ivan Basso, Haimar Zubeldia y Roman Kreuziger.
Daniele Ratto, un chico de 23 años que se define como esprínter, sobrevivió y firmó una hazaña. Se metió en la escapada inicial, atacó en el descenso del primer puerto, el Envalira, el techo de la Vuelta (2.410 metros) a sus 4 compañeros de fuga y nadie le volvió a ver el pelo.
Luego subió solo el Ordino y La Comella y cantó victoria en La Gallina, en casa de "Purito" Rodríguez. Lo hizo sobrado, contra viento y marea. Sus compañeros de fuga se habían quedado helados mucho antes. Luis León Sánchez primero se cayó y luego se retiró tiritando; y el belga Gilbert no pudo aguantar a Ratto en la pelea. Fueron los últimos que le vieron el dorsal.
En la otra carrera, no estaban todos los favoritos. Alejandro Valverde se quedó temblando en el descenso del Ordino, descolgado, y luego remolcado por sus fieles gregarios. Tampoco el irlandés Nicolas Roche, perdido en combate y desalojado el podio de manera contundente.
Purito cumplió el papel de actor secundario. No fue profeta a las puertas de su casa andorrana. El ciclista catalán, tal vez castigado por su participación en el Tour, aún no ha aparecido a la hora de discutir las victorias de etapa, ni en los muros antes ni en los puertos ahora.
Vincenzo Nibali y Chris Horner sí estuvieron. Son los más fuertes. Una vez más. Llegaron casi juntos a 3.53 de Ratto, pero alejaron a Purito en 18 segundos y en 50 a Valverde, que aún pudo calentar en la subida salvarse de una hecatombe total.
No hubo K.O en el primer asalto de los tres que tendrán como escenario la cordillera pirenaica, pero poco a poco, segundo a segundo, Nibali va allanando el camino hacia Madrid. El "Tiburón de Mesina" no domina con contundencia, pero va arañando tiempo a unos rivales que fallan más de la cuenta.
Horner, que le sigue al siciliano en la general a 50 segundos, es duro de roer y cree en sus opciones al podio. Y como no le falta moral a este devorador de hamburguesas, pues sigue pensando que "la roja" es posible. Es, por derecho propio, el líder de la oposición.
Otro cantar es Valverde, que mantiene su plaza de podio. Si no pincha, se le rompe la bici, y si no se cae, se congela bajando un puerto. "Ha sido inhumano. El día más duro sobre la bici, pero sigo en combate", dijo. Pero a 1.42, retraso preocupante. Y Purito aparece cuarto, favorecido por el descalabro de Roche, también lejos de Nibali, a 2.57.
Terreno queda para dar la vuelta a la tortilla. Otra cosa es que haya "cocineros" que sean capaces, que tengan fuerzas para ello. De momento la previsión del tiempo es igual de mala para la etapa reina de la Vuelta, la que este domingo entra en Francia con cuatro puertos de verdad.
El trayecto entre Andorra y Peyragudes, de 224 kilómetros, incluye cuatro "primeras": el Cantó, la Bonaigua, el Balés y Peraygudes, último obstáculo de 16 kms con pendientes de hasta el 13 por ciento. En esta cima ganó Valverde una etapa en el Tour 2012. El camino lo conoce. Al calor del recuerdo, quien sabe.
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