A los viejos rockeros de la izquierda les produce mucha prevención y hasta “yuyu” pasar por delante de la antigua sede de la Dirección General de Seguridad en la Puerta del Sol de Madrid. El lugar en el que se dieron tantos golpes, torturas y caídas fortuitas, con resultado de lesiones y muerte, centro neurálgico de la represión del Régimen, con los calabozos lóbregos en los sótanos, fue convenientemente restaurado y ahora es la sede de la presidencia de la Comunidad de Madrid. ¿Quedaron allí vestigios fantasmales de los directores generales más famosos como José Finat, conde de Mayalde, Eduardo Blanco o Carlos Arias Navarro? ¿De Billy el Niño o de Roberto Conesa? Ni Cuarto Milenio lo aseguraría, pero las malas vibraciones es imposible que se hayan ido. Mejor será mirar a la torre del reloj que dará las campanadas del fin de este “annus horribilis” que culmina esa Real Casa de Correos, evocador de un pasado más ilustrado.
La controvertida gestión de la pandemia de la Comunidad de Madrid se ha hecho acreedora de la visita del presidente del Gobierno. En Cataluña lo hizo a la Plaza de San Jaime para apaciguar lo imposible, el proceso catalán. En Madrid, durante meses Isabel Díaz Ayuso ha tenido dos ejes en su gestión. El primero atacar al gobierno central por el motivo que fuese. No son precisos los detalles, por lo nimio y por lo importante. El segundo vector ha sido descaradamente primar lo económico sobre lo sanitario. Se posicionó contra el confinamiento, contra las medidas restrictivas, contra las mascarillas hasta última hora, contra los rastreadores hasta el final, contra la sanidad pública hasta que las terroríficas cifras la han hecho bajarse del falso pedestal que la sostiene. Antes, cuando comenzaron las movilizaciones del barrio de Salamanca adelantó en la cámara madrileña que aquello era sólo el principio de una insurrección contra el confinamiento: "Esperen a que la gente salga a la calle, lo de Núñez de Balboa les va a parecer una broma”. En efecto, finalmente se han levantado, pero ha sido en el sur de Madrid. Contra ella.
La visita de Pedro Sánchez a Díaz Ayuso ha sido todo un éxito mutuo, pero el espíritu de la Puerta del Sol quizá dure 40 horas. Hasta la sesión de control de mañana.
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