En tiempos digitales en los que cada vez se escribe menos a mano, la caligrafía puede convertirse en una suerte de "gimnasia cerebral" que estimula desde la concentración o la memoria a la autoestima y el bienestar. Una herramienta que puede incluso ayudar a llevar mejor el actual confinamiento.
Por eso el equipo de "Sigamos escribiendo a mano", un proyecto de educadores, logopedas y grafólogos que tratan de difundir las potencialidades de la caligrafía para el desarrollo cerebral, ofrecen ahora un taller digital gratuito para descubrir este ejercicio que pueden practicar en casa desde niños a ancianos.
"Sabemos que el miedo, la ansiedad o el estrés continuado debilitan nuestras defensas. La caligrafía bien hecha activa la serenidad, el ánimo y la seguridad, ayudando a mitigar el nivel de preocupación que muchas personas están sufriendo, especialmente los niños y niñas y los mayores", explica el colectivo en su invitación pública a este taller diseñado especialmente para el confinamiento.
Aunque en Occidente no es un ejercicio muy conocido y valorado, y menos en el actual mundo digital, para Oriente la caligrafía es hasta una forma de meditación, considerada desde hace siglos incluso como un arte marcial que ayuda a fortalecerse y activar el control, la seguridad, la motivación.
Ya lo mostraron películas como "Hero" (2002) en la que el director Zhang Yimou dejó constancia de cómo en la China antigua la caligrafía era considerada un arte superior, capaz de revelar la fuerza de una persona o de aportarle las destrezas necesarias para manejar una espada, explica a Efe Ramón Mandado, profesor y grafólogo de este equipo que ha implementado cuadernos, talleres y conferencias para difundir esta actividad entre equipos docentes y familias.
Asturiano asentado en Cádiz, Mandado explica cómo la "caligrafía racional" ayuda a recordar la importancia de "la biomecánica" de la escritura, un ejercicio que conecta al cerebro con las manos y que puede "reforzar nuestros problemas o nuestros dones", según se haga de forma adecuada o no.
Seguidores de las investigaciones del grafólogo Vicente Lledó Parrés, su método se basa en que los doce trazos que forman la escritura, y las diferentes formas de hacerlos según variables como la presión, el ritmo, la velocidad o el tamaño, pueden activar todo un conjunto de actitudes y emociones, entre ellos la atención o la comprensión.
La reeducación de esta biomecánica a través de ejercicios es, según este equipo, una forma de reeducar también las emociones.
"Los niños tienden a apretar mucho el instrumento de la escritura. Hay ahí una tensión, porque tienen miedo a que las cosas salgan mal. Seguramente ahora, que tienen más miedos porque ven más noticias alarmantes en la televisión, aprietan más el lápiz. Sólo hay que imaginarse a un taxista que apretase el volante de su coche tanto fuerte como ellos el lápiz durante tanto tiempo para imaginarse el resultado", señala Mandado.
El bolígrafo o el lápiz se cogen entre el dedo índice (la inteligencia); el corazón (las emociones), y el pulgar (la voluntad) y nuestro modo de hacer "la pinza" con ellos indica, según la caligrafía racional, la jerarquía que inconscientemente gobierna al escritor.
"Un niño desorganizado, sin autocontrol, con falta de equilibrio y de orden podría cambiar desfilando de forma marcial con los militares durante un tiempo. No hay por qué esperar a que pueda o quiera ir al ejército, puede hacer caligrafía ya y practicar un trazo que activará su orden, su control y su equilibrio", apunta.
La reeducación de esta biomecánica es la base de este proyecto que se ofrece en distintas versiones y dinámicas a personas de todas las edades, incluidos escolares y niños con problemas de aprendizaje o conducta.
Y también a los ancianos: "escribir crea unas conexiones neuronales muy fuertes, es muy buen ejercicio para ellos. Y les encanta, porque cuando ellos eran niños la buena caligrafía era muy importante en sus escuelas, la practicaban más". apunta Mandado.
El equipo de "Sigamos escribiendo a mano" no pretende ir contra unos tiempos en los que se teclea más que se escribe, sino difundir los beneficios de que practicar una buena escritura, esa habilidad que distingue a los humanos, los únicos primates capaces de pinzar.
Conscientes de la dificultad de que el sistema educativo se abra a una innovación que no ha sido muy cultivada en España, Ramón Mandando aborda su empeño con la esperanza de que la gente pueda disfrutar de los beneficios que, según explica, ofrece practicar una caligrafía consciente.
"El pilates tardó diez años en ser conocido en España y hoy todo el mundo tiene pilates en el gimnasio. Quizá dentro de unos años también sea habitual practicar esta 'gimnasia cerebral'". "Yo practico diariamente, me ayuda a estar en forma energéticamente", asegura
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