Mamadou Ba lleva tres meses en el centro de Campano en Chiclana desde que arribó a la costa española en cayuco. Durante este tiempo, ha aprendido suficiente español para relatar su desesperación ante su situación. Sin amigos ni familia, se le acaba el plazo máximo del programa de acogida humanitaria y teme verse en la calle sin recurso alguno.
Ba ha participado junto a otro joven migrante en la concentración frente a la Subdelegación del Gobierno en Cádiz este martes convocada por la Asociación Pro Derechos Humanos (APDH-A) tras la marcha celebrada el jueves hasta el Ayuntamiento de Chiclana para defender la situación de indefensión de los hasta 250 migrantes de Campano.
De hecho, estaba previsto que se trasladaran a la capital para protestar por el abandono institucional hasta medio centenar, pero “han recibido presiones” por parte de la entidad que gestiona el centro para no hacerlo.
“Están abocados a verse fuera del sistema de protección”, lamenta Francisco Cuevas, portavoz de la organización del acto reivindicativo.
Procedentes en su práctica totalidad a través de la ruta canaria, y con nacionalidad senegalesa, gambiana o mauritana, no pueden ejercer su derecho a solicitar el asilo por el colapso del sistema de citas.
“Es preciso que el Gobierno se ponga las pilas, acabar con el atasco y garantizar una acogida digna”, reclama Cuevas, quien advierte de que, curiosamente, “a los blanquitos con ojos azules (en referencia a los refugiados de Ucrania) se les facilita de forma rápida pero para los africanos todo está saturado”.
Finalmente, denuncia que, si no hay respuesta, la mayoría de ellos acabará sin hogar, en alguna gran ciudad, a la que llegarán con un autobús pagado por la Administración sin ofrecerle ningún otro recurso más.
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