En Cavas, Centro de Asistencia a Víctimas de Agresiones Sexuales, tuvieron conocimiento el año pasado de veinticuatro denuncias por violación en las que la ketamina estuvo de por medio, según relata a Efe su presidenta, Florentina Alarcón. “Pero los casos pudieron ser más”, insiste.
“El problema es que los testimonios de las víctimas son casi siempre confusos, porque no se acuerdan de nada, y ello provoca que las denuncias se archiven”, destaca la presidenta de Cavas, quien, en cualquier caso, reconoce: “puede que la incidencia de la ketamina en el total de agresiones sexuales no sea muy significativa, pero sí preocupante. Con que exista un sólo caso debería preocuparnos”.
Descubierta en los años sesenta del siglo pasado como anestésico para uso humano y veterinario, la ketamina ha dejado de utilizarse en los quirófanos pero no con animales.
“Hace unos años dejó de utilizarse en los hospitales porque provocaba reacciones secundarias en un treinta por ciento de los pacientes sometidos a una intervención quirúrgica”, comenta a Efe Rafael Guayta, médico y asesor de proyectos científicos del Colegio de Farmacéuticos de Barcelona, además de miembro de su Observatorio de Medicamentos de Abuso.
Rafael Guayta recalca que el consumo de esta sustancia –esnifada en forma de polvo, en pastillas o simplemente disuelta en un líquido– puede tener consecuencias “muy graves”, y habla de episodios psicóticos, paradas cardiorrespiratorias, convulsiones, vómitos, alucinaciones, ataques de pánico... “Su efecto disociativo –dice– provoca que quien la toma sienta como si su cuerpo se separara de la mente. Es muy, muy peligrosa”.
“A corto plazo puede tener efectos graves imprevisibles y a la larga puede provocar daños cerebrales irreversibles”, insiste este profesional de la medicina, quien resalta que la ketamina, por su efecto sedante, está incluida en la lista de las llamadas “drogas de violación”.
Las víctimas son normalmente “chicas jóvenes, de entre 17 y 26 años”, apunta la presidenta de Cavas, Florentina Alarcón, que, sin saberlo, ingieren la droga disuelta “en la copa que alguien les ha ofrecido en lugares de ocio como bares o discotecas”. “Tiene un cierto sabor, pero se puede enmascarar con otro mucho más intenso, como el del alcohol”, afirma Rafael Guayta.
El mes pasado la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (JIFE), órgano independiente dentro del sistema de Naciones Unidas, alertaba, al hacer público su informe anual, del incremento en el consumo de ketamina en España, una afirmación que no comparte Carmen Moya, delegada del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas.
Lo mismo dicen desde las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. “El tráfico y consumo de ketamina es pequeño”, asegura tajante a Efe un portavoz policial.
“Las estadísticas oficiales –aclara Carmen Moya– apuntan en otra dirección, en la de una disminución, año tras año, en el consumo de alucinógenos. Nuestra percepción no coincide con el informe” de la JIFE. “El Observatorio Europeo sobre Drogas –añade– tampoco ha detectado que haya aumentado el de ketamina”, lo que sí ha ocurrido, por ejemplo, en países asiáticos.
En cualquier caso, Carmen Moya mantiene que hay que “permanecer siempre alerta” frente a todas las drogas.
El consumo ha bajado mucho en la última década
La ketamina, recuerda el doctor Rafael Guayta, “tuvo su momento en los años 1999, 2000 y 2001, pero desde entonces su consumo ha disminuido mucho, gracias a las campañas que se han realizado entre los jóvenes y que alertaban sobre sus peligros”.
En su opinión, a ello ha contribuido también un control estricto de su venta en farmacias, previa presentación de la obligada receta médica.
“La venta ilegal de ketamina –asegura Guayta- se produce a través de Internet. Muchos ‘spams’ que llegan a nuestro correo electrónico todos los días nos ofrecen ésta y otras muchas sustancias estupefacientes”.
La JIFE, en el mismo estudio en el que alerta sobre el “uso indebido” de la ketamina en Europa, “en particular en España y el Reino Unido”, denuncia que el tráfico de esta sustancia “interesa a los grupos delictivos organizados debido a su alta rentabilidad”.
El Informe del Observatorio Español sobre Drogas de 2009 constata un aumento en el consumo de hiposedantes, “mientras continúan descendiendo –agrega– el consumo y los problemas por éxtasis, anfetaminas y alucinógenos”.
Envía tu noticia a: participa@andaluciainformacion.es