Un señor casi octogenario, que lleva 50 años en nuestra política local, ha conseguido hacernos creer durante casi dos décadas que él es lo mejor que puede pasarnos.
A lo largo de estos años De la Torre ha dejado claro que tiene dos problemas: el primero es que es tan independiente que nunca ha sabido (o querido) hacer equipo —seguramente porque nunca se fió de nadie—; su segundo déficit es que De la Torre no ha visto el momento de irse. De hecho, durante este mandato municipal que ahora acaba, Juanma Moreno y Elías Bendodo le pusieron un puente de plata hacia una jubilación dorada, pero nuestro Paco se enrocó y ahí sigue. El inquilino de La Casona ha sido paciente hasta que, los mismos que le pidieron que cediera la alcaldía, le hayan tenido que rogar que repitiera como candidato. Pero esa dulce venganza se puede volver en su contra ahora en forma de bumerán: la encuesta real interna que maneja su partido le da un máximo 9 concejales y deja a De la Torre fuera de la alcaldía.
Esa nueva situación la hemos visto estos días en la campaña en forma de metáfora: Paco ya no es el nadador de antaño, ya no se moja por nada ni nadie; ahora se vende en las redes sociales como un padelista al resto… o quizá sea más exacto decir restando, que no es lo mismo, pero es lo que revela la mencionada encuesta.
Para este viaje, quizá le hubiera sido mejor a los populares haber apostado por ‘otro Paco’ distinto que asumiera el liderazgo de un futuro que puede estar en los bancos de la oposición. Porque si el mencionado sondeo se confirma el domingo, podríamos ver pronto a un De la Torre jugando a la petanca, mientras en La Casona nos encontraríamos con un grupo municipal dividido entre independientes huérfanos y oficialistas sin una cabeza visible que pueda ser candidato en 2023.
Ustedes deciden: ¿Aceptan el órdago de “Yo o el abismo” de nuestro todavía alcalde o ya están hartos de órdagos y de abismos y pasan página para empezar una andadura municipal sin fuertes personalismos?
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