Arde Troya

Arde Troya. Bendodo y sus 'platanadas'

Hubo un hombre que trató de competir en popularidad y heterodoxia con ‘El Cordobés’. Su nombre era Blas Romero, conocido con el sobrenombre de ‘El Platanito'

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En los año 60 hubo un hombre que trató de competir en popularidad y heterodoxia con ‘El Cordobés’. Su nombre era Blas Romero, pero era conocido con el sobrenombre de ‘El Platanito’. Lo ‘peculiar’ de este pacense no era otra cosa que ir de ruedo en ruedo pidiendo una oportunidad como torero. Pero cuando las tuvo, lo único que consiguió fue dejar acuñado un término para la Historia: la palabra ‘platanada’. Una ‘platanada’ podía tener varias acepciones, ya fuera meterse en los chiqueros para sacar al bicho que se resistía salir, montarse a lomos del toro o incluso besarlo en el hocico.

Ayer el Museo Taurino vivió su particular ‘platanada’ cuando una secretaria judicial, efectivos de la policía y técnicos de Diputación trataron de desalojar al empresario Juan Barco, que les recibió con su abogado y un supuesto un recurso presentado en el último momento, paralizando el circo que se había montado. En realidad, todo esto viene de lejos: A Elías Bendodo le tocó en 2011 el premio gordo de la lotería provincial cuando los resultados de sus candidatos en los Ayuntamientos de Málaga le auparon a presidir la Diputación. Nada más aterrizar, Bendodo despidió a varios trabajadores del Patronato de Turismo, que recurrieron ante los tribunales, ganaron sus respetivos pleitos y le abrieron un agujero de cientos de miles de euros en las cuentas de la maltrecha institución. Primera ‘platanada’ de esta serie. Aquella quiebra hizo que el ahora Virrey de San Telmo se viera obligado a absorber la institución y hacerla pública por completo. Su edificio estaba ya vacío y había que rellenarlo. Así que, ¡qué mejor que hacer una licitación a medida para un tal Juan Barco! Otra ‘platanada’ más.

No quiero aburrirles. Lo de Platanito Bendodo con el Patronato, sus trabajadores, el Museo Taurino y su licitación ha sido una seria —no de naturales— sino de despropósitos, que explican a la perfección el modelo de gestión discrecional que ha hecho del arte de la política este torero. Ahora le toca torear en una Plaza de Primera como Sevilla con otro ganado y otro público. Que Dios reparta suerte.

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