Arcos

Inmaculado Cristo de las Tres Caídas

La sagrada imagen del Señor estrena este año una saya de sarga blanca. La procesión es sinónimo de silencio y máximo respeto a la pasión de Cristo

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La procesión del Lunes Santo arcense.

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DIEGO ALBERTOS/ JOSÉ A. BENÍTEZ

La Real, Venerable y Franciscana Hermandad y Cofradía de Nazarenos de Nuestro Padre Jesús de las Tres Caídas y María Santísima de la Amargura trasladó en su escenificación plástica del Lunes Santo el pasaje bíblico en el que Jesucristo, camino de la cruz, cae por tercera vez antes de su crucifixión. En Arcos, esta estampa despierta el fervor religioso de todo el barrio de San Francisco, que a las siete de la tarde contempló el cortejo con el candor y la expectación propios de un día de gran tradición, de plasmación pública de fe y de devoción al Señor de San Francisco.

El cortejo partió con el acompañamiento de 130 hermanos de rigurosa penitencia, muchos de ellos de pies descalzos y cargados de pesada cruz durante las casi seis horas que dura el recorrido entre la parroquia y el casco antiguo y vuelta atrás.

La primera iconografía de la tarde fue la de Nuestro Padre Jesús de las Tres Caídas, este año desfilando sobre un calvario de claveles rojos sangre y estrenando túnica de sarga blanca.


De su paso, caoba y de apliques en plata, destacó la nueva policromía de ángeles querubines que asoman por las esquinas de sus respiraderos, queriendo ver, como todos sus fieles, al Señor caído en el suelo con la cruz al hombro.

La procesión está acompañada de su propia banda de cornetas y tambores con un total de 104 componentes; auténtica institución que va a más con la incorporación de nuevos músicos y con su proliferación en diversos certámenes donde cada vez más se requiere su presencia.

Después de un largo trayecto de hermanos de fila, el palio de María Santísima de la Amargura se apareció al repleto atrio parroquial que, admirado, contemplaba la belleza de la Virgen, vestida con su saya verde y manto rojo carmesí, con exornos florales a base de rosas blancas. Como todo es poco para María, nuevamente fue la banda de música Nuestra Señora de Palomares de Trebujena la que pondría música al paso de la Amargura.

Como siempre, el orden y riguroso silencio de esta cofradía impregnan las calles de su barrio hasta llegar a la Basílica Menor de Santa María de la Asunción, donde inicia el recorrido de vuelta a su templo, al que llega sobre las doce y media de la noche.
 

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